Opinión

La verdad de las mentiras

Por: Diario Concepción 03 de Agosto 2017

Basta una rápida ojeada a los diarios o un breve zapping a las noticias de la TV para constatar una inquietud más vieja que el hilo negro entre los escritores: ¿cómo hacer ficción cuando la realidad parece superar la imaginación?

Dos de nuestros premios Nobel latinoamericanos abordaron en su momento esta problemática: Gabriel García Márquez se encontró con este dilema cuando escribió sus primeras novelas, primero con un enfoque realista, casi periodístico, y sin embargo sentía que se quedaba corto, que no lograba hacerle justicia a la realidad. Al final se dio cuenta del problema: que la realidad de América Latina parece “desenfrenadamente imaginaria”. Entonces probó reescribir con el mismo tono con el que su abuela contaba sus cuentos: “Relataba cosas que sonaban sobrenaturales y fantásticas, pero las contaba con absoluta naturalidad. Lo más importante era la expresión de su rostro: no cambiaba en absoluto cuando su relato sorprendía a todos”. Y concluye: “Cualquiera puede escribir cualquier cosa, siempre que sea creíble”.

Por la misma línea, Mario Vargas Llosa postula que el objeto de la literatura es contar mentiras que permiten develar profundas verdades acerca de la naturaleza humana. “La literatura es el reino por excelencia de la ambigüedad. Sus verdades son siempre subjetivas, verdades a medias, relativas, verdades literarias que con frecuencia constituyen inexactitudes flagrantes o mentiras históricas (…). Porque los fraudes, embaucas y exageraciones de la literatura narrativa sirven para expresar verdades profundas e inquietantes que sólo de esta manera ven la luz”.

Quien sabe, en estos meses tan aciagos, algún talento emergente se anime a escribir la gran novela dela política nacional, o sobre la terrible realidad de miles de niños en el Sename, o la precariedad de nuestros ancianos abandonados y endeudados… y tal vez nos ayude a comprender algunas realidades que, de tan inverosímiles, nos resultan casi imposibles de tragar.

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