Opinión

Opinión: "De reajuste público y diálogo", por Andrés Cruz

Por: Diario Concepción 16 de Noviembre 2016
Fotografía: imagenPrincipal-1256.jpg

Andrés Cruz 
Abogado, Magíster Filosofía Moral

Al parecer ya no creemos en nada y esta ausencia de trascendencia nos ha hecho refugiarnos “hacia adentro”, evitando la asociación con otros.

Podremos manifestarnos periódicamente de manera colectiva, pero el paso hacia la cohesión permanente en alguna organización que lucha por un objetivo o programa específicos que implique un compromiso factual más importante y profundo, con más responsabilidades, se ve más difícil en un esquema en el que parece ser más significativo y valioso poseer una tarjeta de crédito de una tienda comercial que aprender a convivir con otros.

En la que se juzga la utilidad del prójimo sobre la base de los favores que pueden concedernos en lugar de la riqueza emocional que podamos descubrir en vincularnos con él. En un medio en que parece más bien propenderse a la uniformidad y mantención de las actuales castas sociales en lugar de aceptar las diferencias y colores de la multiculturalidad, en un reconocimiento de lo que es y no de lo que se aparenta o se posee. 

Ante la amenaza de la discordia todos tienden a encerrarse en sus pequeñas parcelas de seguridad, impidiendo o negándose al diálogo con el que se considera el “enemigo”, clausurando de antemano toda posible vía para debatir, por cuanto la falta de confianza en el otro hace que la lucha se transforme en una mojigata confrontación de verdades a medias repletas de mañosas omisiones y amañadas afirmaciones, lo que puede conducirnos a provocar una serie de víctimas colaterales, que para Zygmunt Bauman “han sido una consecuencia de la manera en que se planeó y se ejecutó la acción, ya que aquellos que la planearon y la ejecutaron no se preocuparon particularmente por la posibilidad de que el daño excediera los límites del blanco elegido, derramándose sobre la brumosa zona (ya que para ellos estaba fuera de foco) de los efectos secundarios y de las consecuencias imprevistas”.

Es decir, en un proceso de confrontación entre partes definidas pueden haber quienes sufran las consecuencias de una falta de acuerdo aun cuando no estén directamente relacionados en el conflicto. Son las tercas y contumaces posiciones de unos y otros los que pueden producir un efecto en relación a terceros, que es lo que hemos visto en relación al reajuste del sector público.

Pero parece poco probable que este daño no haya sido calculado por políticos profesionales y que por tanto es usado deliberadamente para quebrar la resistencia de quienes se oponen a ser arrasados por los que se alzan con discursos dominantes y que son los mismos que por un lado aducen que hay escasez y por otro repletan a más no dar el aparato público con operadores políticos.

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