Humanidades

Generaciones y sociedad: más allá de una cuestión de edad

Si bien una generación podría describir un tipo específico de vínculo social que se construye entre ciertas personas o sujetos, este no se restringe únicamente a una fecha de nacimiento en un radio de 10 años o a determinantes biológicos. Dos especialistas reflexionan sobre la influencia de la época o el momento histórico que les toca vivir a las personas y cómo es importante conocerlas para posibilitar la interacción con las generaciones de relevo.

Por: Diario Concepción 20 de Febrero 2022
Fotografía: Estudiantes universitarios

Apelar al tema generacional para explicar distintas situaciones sociales se ha convertido en algo habitual en los últimos tiempos. El paisaje de nomenclaturas con las que se apellida a las distintas generaciones deviene también, en ocasiones, en un trato peyorativo asociado a lo que, se supone, son características inherentes de estos grupos.

El sociólogo Rodrigo Ganter señala que, desde su disciplina, se pueden detectar dos elementos centrales al momento de definir y analizar las generaciones. “Por un lado, los vínculos generacionales que se construyen a partir de la irrupción de acontecimientos sociohistóricos que generan un quiebre en la continuidad histórica; por otro lado, que estos hechos le sucedan a un grupo de personas que se encuentren en pleno proceso de socialización, y donde los esquemas para interpretar el mundo aún son flexibles y se encuentran abiertos a influencias de la contingencia y el devenir histórico”, señala el Doctor en Estudios Urbanos, profesor e investigador del Departamento de Sociología de la Universidad de Concepción.

De tal manera, la noción de “Generación” nos habla de un grupo de personas que tienen en común un promedio de edad cronológica (diferencias de hasta 10 años aproximadamente) y que se enfrenta a momentos históricos similares o a los mismos acontecimientos importantes en un periodo de tiempo determinado.

Su conceptualización ha sido una preocupación recurrente en las ciencias sociales, especialmente en disciplinas como la sociología y la sicología. Pamela Vaccari, profesora asistente del área Social Comunitaria del departamento de Sicología de la Universidad de Concepción, señala que el pionero del concepto es Karl Mannheim quien, en los años 20 del siglo pasado lo acuñó para referirse a los grupos de personas que enfrentaban los eventos vitales entre guerras mundiales.

“Luego, otros autores se han referido a identidades grupales definidas entre los años 50: ‘Baby Boomers’, los años 60: ‘la Generación perdida’ y, desde los 80, las generaciones X, Y, X, ‘Millenials’, ‘Centenialls’, etc., caracterizados por la aparición de la industrialización y tecnologización de los trabajos, cambios en los proyectos de vida, etc.”, sostiene la Doctora en Sicología Social.

Vaccari explica que, en sí, el concepto se ha utilizado a partir de estudios sobre la juventud y los cambios que se experimentan en la búsqueda de significados y el sentido de vida. Sin embargo, reconoce que existen muchos autores críticos de lo que califican de un “concepto performativo”. Es decir, explica, “una ficción que muchas veces se sobreactúa para justificar determinados comportamientos y que no incorpora otras dimensiones como la clase social, la etnia, la funcionalidad corporal, la vida urbana y rural o el género, por lo que es muy difícil hacer agrupamientos de personas en torno a características generales que tienen relación con hechos históricos específicos”.

Momento histórico

Efectivamente, en las ciencias sociales y humanidades siempre habrá más de una mirada sobre un fenómeno específico, y lo generacional no es la excepción, señala Ganter.

No obstante, dice retomando su afirmación anterior, “hay consenso en definir a una generación como un tipo específico de vínculo social que se construye entre ciertas personas o sujetos, pero donde dicho vínculo no se restringe únicamente a determinantes biológicos o al hecho de compartir una fecha de nacimiento más o menos cercana, sino que también supone la poderosa influencia de la época o el momento histórico que les toca vivir a las personas, generando marcas o hitos importantes en las biografías personales y colectivas”.

A juicio Ganter, quien se ha especializado en culturas juveniles urbanas y estudios sobre el cambio generacional., muchos de estos hitos tienen un carácter colectivo y marcan a fuego las vivencias de las personas, especialmente cuando dichas circunstancias se experimentan durante la juventud. Menciona, como ejemplo, guerras, desastres naturales, revoluciones políticas o culturales, dictaduras, revueltas, sociales, pandemias, etc.

“En la mayoría de los casos estos acontecimientos marcan un antes y un después en la vida de las personas y en la propia historia de las sociedades, detonando el surgimiento de una generación específica, esto es, una sensibilidad vital compartida por cierto grupo humano, que desarrolla una manera particular de interpretar dichos acontecimientos y actuar frente a ellos, en uno sentido o en otro. Ejemplo de esto fue la generación asociada a la reforma universitaria de Córdoba en 1918, la generación de la protesta en los años 60 o la generación de la revuelta pingüina el año 2006 en Chile”, dice.

Desde el punto de vista de la sicología, Vaccari agrega que, a través de su teoría del desarrollo sicosocial, Erik Erikson plantea también que “la vida de un ser humano puede dividirse por ciertas etapas o hitos que debe ir cumpliendo. En ellas se debe definir la identidad del yo, el nivel de competencia que tiene para desarrollar tareas o desafíos y la capacidad para superar crisis o conflictos”.

Específicamente, explica, alude a ocho estadios desde que se nace hasta la adultez. De acuerdo con esta teoría, en la etapa juvenil la persona debiera encontrar y definir su identidad y roles, además de lograr una autonomía y definición de sí para lograr establecer relaciones sociales e íntimas con otros.

En este sentido, dice Vaccari, la sicología alude aquí a “una noción de generación de forma implícita, pero que no problematiza por ejemplo el contexto en donde se desarrollan las personas ni los eventos históricos sociales/globales que viven y que podrían adelantar o retrasar las etapas que define este modelo, generando muchas veces `frustración´ cuando se socializa que alguien no logra `definir´ su identidad o su independencia en el periodo de la juventud”.

Tensión entre conservación e innovación

Este último tiempo se ha vuelto habitual que, en la discusión pública, se aluda al hecho generacional para explicar gran parte de los procesos y, sí, aunque actualmente parece experimentarse un cambio generacional sobre todo en política, también es cierto que coexisten en nuestra sociedad distintas generaciones activas en procesos políticos y sociales, y no todo es un conflicto en esa materia.

Vaccari retoma la idea de que, justamente, los estudios sobre “generación” se iniciaron para estudiar al grupo social “jóvenes” quienes, dice, “generalmente tienen como característica saliente oponerse a los mandatos y normas de la generación que les precede; es decir, padres, madres, abuelos, abuelas se encuentran con resistencias y cuestionamientos a sus visiones de mundo y sentidos de vida pero claro, va a depender mucho del contexto y del momento histórico, el cómo se reproduce y se resuelve ese conflicto generacional”.

La sicóloga pone como ejemplo la “Generación del 60”, que se oponía fuertemente a la guerra por la historia de las dos guerras mundiales: “apareció la juventud `hippie´, pero no podemos decir que todos/as las y los jóvenes de esa época compartieron esos valores. Sin embargo, esas ideas sobre la paz y el amor coexisten en el mundo hasta hoy”.

En Chile por ejemplo, dice Vaccari, el año 2006 apareció un movimiento estudiantil, conformado por jóvenes de entre 15 y 17 años, llamado “Movimiento pingüino” que desestabilizó por primera vez, en Democracia, el orden social. “Este movimiento puso en el discurso país la noción sobre el derecho a la educación, siendo muy criticado y cuestionado por sus formas; no obstante, sus ideas perduran hasta hoy y estamos en un momento histórico donde el Derecho a la Educación está por institucionalizarse como derecho en la nueva Constitución que está en proceso de escritura constituyente y paritaria”.

Así como ése, señala, hay muchos otros ejemplos donde las “supuestas generaciones” colisionan con otras y se tensionan. “No obstante, se dice que ésta es una secuencia inevitable de la humanidad, donde justamente la juventud es la llamada a impulsar los cambios y transformaciones de las sociedades”.

Para Ganter, la sociedad avanza a partir del conflicto y el modo en cómo nos encaminamos colectivamente a resolverlos o superarlos. A su juicio, un tipo de conflicto específico sería el que se produce entre generaciones, que es un tema propio del devenir histórico y que podría expresarse en la tensión entre conservación e innovación.

Lo que sí ha ido variando, sostiene el sociólogo, son los contenidos de esa conflictividad que tienen como responsabilidad la socialización de las nuevas generaciones.

“Si en los años 60 la ruptura generacional con padres y madres tenía como contenido básico la liberación sexual, la liberación de las mujeres, la revolución y la experimentación en todas sus formas, en la actualidad esa ruptura tendría como uno de sus contenidos básicos a las formas tradicionales de transmisión del saber y el conocimiento, dado que hoy el conocimiento y la información circulan descentralizadamente por las redes digitales, y las nuevas generaciones, los llamados nativos digitales, poseen una empatía tecnológica pocas veces vista que ya la quisieran muchos adultos y profesores”, dice Ganter.

Brechas, tensiones y resistencias

De tal manera, agrega, ello va poniendo en permanente jaque a los espacios tradicionales del saber y al modo en cómo se construye la autoridad pedagógica o docente, el lugar tradicional del saber y la forma de interactuar con él.

“Por primera vez en la historia humana podríamos afirmar que la generación adulta aprende de manera tan evidente de los jóvenes. Esto nos abre a una diversidad de oportunidades, pero también de riesgos, brechas, tensiones y resistencias, cuestión que hemos podido observar durante la pandemia y el proceso de hiperdigitalización que ésta contribuyó a desatar”, asegura.

Ello impone un gran desafío, sobre todo a los y las educadoras, encargados de formar a las nuevas generaciones. “Nadie realmente está preparado/a para enfrentar un cuestionamiento radical de sus ideas ni de sus praxis o formas de hacer, y ese es, justamente, el rol de docentes, padres, madres, entre otros: aceptar esto. Quizás lo que nos falta como sociedad es debatir más ideas en torno a la necesidad de una permanente reflexión y revisión de cómo hacemos las cosas y estar más dispuestos/as al cambio”, dice Vaccari.

Más en concreto, reflexiona, quizás debiéramos tener conocimiento sobre las teorías de las generaciones. No obstante, ello tampoco puede ser una percepción rígida, ya que se debe considerar el contexto sociocultural de cada estudiante, observar las oportunidades que ha tenido o no ha tenido.

“En Chile, por ejemplo, aún estamos en proceso de recibir las primeras generaciones de universitarios/as, lo que nos habla de la incorporación, en el mismo espacio y tiempo, de diferentes clases sociales que estudian y comparten juntas, o que provienen del mundo rural y urbano, o también de la inclusión de personas con discapacidades, o con diversas identidades de género, etc.”, dice.

La sicóloga cita aquí a Ulrich y Elizabeth Beck, autoras que sostienen que lo generacional está obsoleto como concepto, y debe reemplazarse por un cosmopolitismo metodológico; “es decir, desarrollar una visión universal de los factores que afectan a las generaciones, lo que nos afecta en conjunto a las personas de diversas edades. Esto es comprender que tal vez el rasgo más distintivo de este momento histórico es que a las personas nos intersectan diversas características, una de ellas la edad o generación, el momento histórico, pero también muchas otras y, obviamente, eso hace desafiante la labor de educar”.

Para ella, eso es un cambio paradigmático donde la epistemología sobre educación debe modificarse hacia la comprensión del otro en una relación más horizontal e inclusiva.

¿Generación de cristal o Generación sin miedo?

Dentro de los aspectos negativos al caracterizar a los grupos de jóvenes que podrían estar ligados por su edad y el tiempo que les tocó vivir, está la llamada Generación de cristal, que habla peyorativamente de ellos y ellas como personas delicadas o frágiles.

Vaccari señala que, “aunque claramente se usa el concepto para denostar o descalificar, se evidencia la extrema delicadeza o sensibilidad frente a un mundo precedido por personas que aparentemente (porque muchas veces no ha sido así) han tenido condiciones de vida más difíciles que esta generación, la que podría ser el grupo de jóvenes que tienen hasta 35 años aproximadamente y que pertenecen probablemente al sector urbano de clase media-alta y que han sido educados/as fuertemente en nociones de ciudadanía, derechos, bienestar y desarrollo humano. Por lo mismo exigen y llaman la atención cuando el funcionamiento del mundo no sigue estas lógicas u orden, produciendo rechazo o burlas de otras personas que no piensan ni viven como ellas”.

No obstante, la sicóloga señala que se trata de un concepto generacional imposible de aplicar hegemónicamente. “Si incorporamos estudios sobre jóvenes que viven en zonas rurales o que pertenecen a etnias, probablemente se difuminan varias características, lo mismo si observamos jóvenes occidentales, versus orientales, probablemente tampoco calcen con este concepto”.

Por ello insiste en que, quizás, lo más correcto sea comprender esta “intersección” de eventos que cruzan a las personas, y allí agruparlas con necesidades o sentires comunes.

Ejemplos de ello sería la precarización del trabajo, que se verifica en muchos países de Latinoamérica y en Chile; se trata de un fenómeno global y, claramente, las condiciones laborales no son las mismas de hace 50 años, con una gran inestabilidad, por lo que las luchas por mejoras salariales parecieran replicar la misma lucha que se dio en los primeros tiempos de la industrialización en el siglo XIX.

“Allí se puede comprender por qué un/a joven reclama por mejores condiciones laborales si lleva 5 años trabajando a honorarios sin vacaciones”, dice Vaccari. Otra “intersección” que menciona es la globalización cultural: “los proyectos de vida cambian con ello, los sentidos que tienen las personas ya no responden únicamente a su territorio y hay masivas migraciones en busca de mejores condiciones de vida, otra característica importante es la caída de la natalidad, fenómeno global que también hace saltar por la ventana todas las teorías sicológicas y sociológicas sobre el sentido que tiene la crianza y el cuidado de las nuevas generaciones o el temor al futuro, entre otros”.

Por ello, llama a ser cauteloso al sentenciar los grupos de jóvenes de acuerdo a sus “edades”. A cambio, propone comprender más las intersecciones individuales, sociales, culturales y globales que nos atraviesan en este momento histórico.

“Hay que dejar la aparente ‘rivalidad’ de las generaciones ya que, claramente, enfrentamos dificultades globales que deberemos resolver ahora y en conjunto, tales como las crisis ambientales, que acarrean luego crisis alimentarias, la precarización laboral, sanitaria y la caída de la natalidad entre muchos otros”, dice.

Ganter piensa de manera similar y evita referirse a etiquetas que intentan encapsular la diversidad y complejidad de la condición juvenil. “Más que hablar de padres y madres que sobreamparan a sus hijos e hijas intentando evitarles la inevitable experiencia del sufrimiento, incubando caracteres frágiles, prefiero interpretar la experiencia colectiva de los jóvenes actuales en sus propios términos, esto es, incluyendo en el análisis sus propias voces y su capacidad de agencia en escenarios tan complejos como inciertos y reconocerlos -entonces- como muchos se autoperciben actualmente, como una ‘Generación sin miedo’”.

Libros recomendados

-El complejo de Telémaco. Padres e hijos tras el ocaso del progenitor, Massimo Recalcati. Editorial Anagrama, 2014.

-Generación global,
Beck, U. y E. Beck-Gernsheim. Editorial Paidós, 2008.

-Between Us, the Generations,
Zygmunt Bauman. En On Generations. On Coexistence between Generations,editado por J. Larrosa. Barcelona: Fundació Viure i Conviure, 2007

-Rapsodia para una revuelta social: retazos narrativos y expresiones generacionales del 18-O en el Chile actual, Rodrigo Ganter y Raúl Zarzuri, en Revista Universum, Universidad de Talca. vol.35, n.1, 2020.

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