Humanidades

La evolución del concepto de Navidad: ¿sólo la fiesta del regalo?

Considerada una fiesta religiosa y humana, la Navidad está marcada por el encuentro y el cariño del hogar, pero en este último tiempo parece haber sido colonizada por el mercado. Comenzando la celebración de las fiestas del fin de año, tres especialistas reflexionan sobre el sentido de estas fechas en la sociedad actual y manifiestan su esperanza de que se trate de más que de capitalismo y consumo.

Por: Diario Concepción 26 de Diciembre 2021
Fotografía: Archivo (DP)

Contraria a los deseos de paz de los que hablan los villancicos, la Navidad en estos tiempos es un caos en medio del tráfago citadino. Ni la pandemia hizo amainar el movimiento incesante de compradores en multitiendas, malls, supermercados o ferias ad hoc.

El primero fue un nacimiento de pobres: una joven mujer dando a luz en el campo, de allegada, en medio de animales y con pastores de primeros visitantes. Esa imagen se sigue manteniendo en gran parte de la iconografía navideña, pero ya no está ese espíritu austero; ya no es ese el cuadro protagonista de estas fechas.

En Chile, a inicios del siglo XX se pasó de una Navidad celebrada como fiesta popular, festejada en las calles, a una conmemoración familiar e íntima, fuertemente basada en el consumo, la invasión de publicidad y las deudas. Su boom llegó en la década de 1980, con la recuperación económica y hoy, con las nuevas tecnologías, todo se puede regalar, exacerbando el consumismo y el énfasis en el regalo.

La Dra. en Filosofía Lorena Zuchel es de las que creen que, si bien el consumismo es un peligro cierto, no se ha extendido por todos los rincones. “Tengo la esperanza -navideña- de que podemos avanzar en la eliminación de esas prácticas que peligrosamente han integrado a nuestras vidas las últimas décadas de consumo y ceguera”, sostiene.

Para la académica del Departamento de Estudios Humanísticos de la Universidad Técnica Federico Santa María, esta fiesta celebra la humanidad del dios cristiano, es decir, su “`abajamiento´ a la vida de los seres humanos, con todas sus bondades y limitaciones, representada además en la fragilidad de un niño que rompe en llanto al nacer -como versa el poema `El Establo´, de Gabriela Mistral-, que requiere muchos cuidados para sobrevivir”.

Según ella, como cualquier niño que nace (“y ojalá así fuera con todos”), es esperado y acompañado con atenciones. “Eso también se celebra, pues se trata del nacimiento de un niño que fue recibido con cariño y regalos, a pesar de las difíciles circunstancias en las que le tocó nacer. Ahora bien, esto último es importante de esta celebración; pues no se trató de cualquier nacimiento, sino del nacimiento de un Dios que, entre tantas opciones, fue a nacer en medio de la migración de sus padres, entre animales de un establo (todas las posadas estaban ocupadas); y cuyos primeros visitantes fueron pastores (trabajadores pobres y sencillos)”, señala Zuchel.

Por ello, explica que la Navidad es estudiada como un misterio de la fe cristiana, “pero, por sobre todo, y siguiendo al teólogo Jon Sobrino, se trata de una fiesta que debe ser pensada desde lo humano porque, antes, decidió `empequeñecerse´ y mostrarse en un ser humano como todos nosotros”.

Encuentro y cariño humano

Su colega Samuel Yáñez, va un poco más atrás. Si bien concuerda en que se trata, básicamente, de una fiesta religiosa y humana, recuerda que, antes de la instauración del sentido cristiano de la Navidad, la fecha del solsticio de invierno en el hemisferio norte, en torno al 21 de diciembre, era “un momento de celebración religiosa, por ejemplo, al Sol vencedor (Invictus) en la antigua Roma”.
“Se trataba en general de una fiesta religiosa asociada a los ciclos naturales y con un componente social”, dice el Dr. Yáñez, quien es académico del departamento de Filosofía de la Universidad Alberto Hurtado y actualmente dirige el pregrado de esa carrera.

“Esto también se encuentra en los pueblos azteca e inca (el dios Inti). Luego, vino en Europa el desarrollo de la fiesta en sentido religioso cristiano: el 25 de diciembre se celebra el nacimiento de Jesús de Nazareth, reconocido como Hijo de Dios. La fecha se estableció, en parte, a partir de cálculos sobre el día del nacimiento histórico de Jesús y, en parte, por motivos evangelizadores, para superar el sentido pagano de las fiestas anteriores”, explica.

Es en los siglos XIX y XX que se desarrollan más ampliamente elementos que caracterizan la celebración actual, tan marcada por la acción de regalar y por su sentido familiar. “Es una fiesta de encuentro y cariño humano, y una celebración religiosa de un Dios que se hace carne. Estos sentidos, pienso, caracterizan la Navidad actualmente, mezclándose ambos elementos en diversas proporciones”, sostiene Yáñez.

Esa evolución del concepto, también se ha hecho presente en la iconografía que representa estas fechas. El uso de un árbol navideño, por ejemplo, tiene su origen probablemente en la zona de la actual Alemania; la costumbre del pesebre se asocia a la tradición franciscana.

“En el horizonte cristiano de la Navidad, hubo momentos en que algunos grupos, sobre todo protestantes, rechazaron esta fiesta pues tenía antecedentes históricos no cristianos que hundían sus raíces en cultos naturalistas, paganos”, dice Yáñez.

Es por eso que Yáñez sostiene que el concepto de la Navidad ha evolucionado en el seno de los cambios culturales y de mentalidad que, como seres humanos, vamos viviendo. Grafica esto señalando el tránsito desde un sentido más naturalista a uno más humano-social; de un acento más espiritual, a uno más material, etc.

“Por ejemplo, esto de volcarse a regalar a las personas del círculo más estrecho de uno, quizás sea una expresión de un cambio importante acaecido en los últimos decenios en Chile: el quiebre de los lazos y redes comunitarios más amplios, el crecimiento de una mentalidad más individualista. El neoliberalismo también afecta el sentido de la Navidad, a quiénes regalamos y a quiénes no regalamos”.

Consumo y encuentro social

En el mundo laico la Navidad ha adquirido los sentidos más representativos de la sociedad predominante, es decir, el consumo y el encuentro social. Así opina la antropóloga Noelia Carrasco quien, con respecto a lo primero, señala que se observa cómo la Navidad dinamiza profundamente los procesos económicos a toda escala, desde la economía transnacional hasta la economía de los emprendimientos locales.

“En ambos casos se trata de dinámicas además hoy digitalizadas, y que hacen de la Navidad un momento clave en la economía anual. En relación al encuentro social, la Navidad constituye claramente un espacio de índole familiar, en que se reafirman la filiación, los afectos y todos los sentidos de familia que tengamos hoy”, dice la Dra. Carrasco, académica del Departamento de Historia y Directora del Programa de Investigación CIDESAL UdeC.

A juicio de Yáñez, si bien es cierto que el desarrollo de la cultura moderna, con sus prácticas, ha traído algún declive de la creencia religiosa en Chile, este no ha sido tan grande y se manifiesta más bien debido al crecimiento de un mundo laico.

“Dicho de otro modo, el referente de sentido para muchas personas es el `marco inmanente´, una vida con menos, o con poca referencia trascendente. Tal vez, el centrarse tanto en comprar regalos y comer juntos con los seres queridos la noche de Navidad es expresión de esto, en la medida que la atención está puesta en cosas materiales y en los cercanos a los propios círculos, siendo menor la atención a lo no-material y a los `otros´”, explica.

En todo caso, el filósofo ve en esto algo que trasciende: la actitud de regalar y el amor compartido. “Es como un conjunto de gotas que podrían extenderse y crecer”, señala.

Es que, como dice Carrasco, se trata probablemente de la fiesta anual más importante y es, ante todo, una celebración global, que se vive simultáneamente en todo el mundo y, por tanto, conecta a las personas con la propia pertenencia a esta sociedad. “Es una fiesta que nos fuerza al mercado y todos sus atractivos, pero al mismo tiempo insta al encuentro más íntimo, con los más cercanos”, señala coincidiendo con Yáñez.

“Para muchas familias, la Navidad es un tiempo para estar juntos y juntas, de preparar y compartir la mesa, de celebrar las niñeces y convertir la espera en esperanza”, dice Zuchel.

También, agrega, para algunos “tiene sentido el mito del nacimiento como enseñanza de una praxis de lucidez histórica; me refiero con esto a la posibilidad de observar críticamente el nacimiento de Jesús de Nazareth en su lugar y tiempo, y sacar lecciones desde allí. Pues, decir Jesús de Nazareth -y no solo Jesús- tiene un sentido de liberación que para muchas personas, independiente de su credo, es ejemplo de acción; se trata de atrevernos a conocer las realidades y a compartir los valores de una opción por la justicia, la fraternidad e igualdad social”.

En la práctica, explica, se podría decir que se trata de conmemorar el nacimiento de un niño que vivió ejemplarmente y que, paradójicamente, fue muerto injustamente. “Pero, esa vida paradojal nos invita al mismo tiempo a mirar a nuestro alrededor y ver dónde y en quiénes está hoy día manifestándose esa verdad que Jesús de Nazareth representa”, dice.

Yáñez también destaca la Navidad como ocasión de encuentro y calor hogareño. “En su sentido religioso cristiano, enciende una y otra vez el asombro ante un Dios que se hace carne. La idea del Dios-hombre resulta, de este modo, una buena idea sobre Dios y una buena idea sobre el ser humano”.

Fiesta colonizada por el capital

Si buscamos en internet la palabra Navidad, podemos ver que los primeros resultados son páginas de tiendas comerciales.
Sin embargo, dice Zuchel, el consumismo nada tiene que ver con la Navidad, aunque se comporte muchas veces como un dios, que guía y organiza la vida de las personas.

“El consumismo impide la pregunta sobre por qué queremos o necesitamos los productos; de dónde vienen, quién y cómo se fabrican, adónde van a parar y de qué manera afecta todo ese proceso al medio ambiente”, señala.

Para la académica, mientras “el nacimiento de Jesús de Nazareth nos invita a mirar alrededor con una mirada lúcida, a buscar la justicia e igualdad, el consumismo nos la impide, volcándonos hacia un lugar en el que tampoco estamos nosotros mismos, pues no se trata de individualismo, sino de un proceso de alienación que nos aleja incluso de nuestros propios deseos”.

La Navidad, sostiene, como otras fiestas del calendario que han nacido llenas de sentido para la vida de las personas, hoy se confunde “en una praxis de consumo que es transversal en los sistemas capitalistas, como motor que conduce nuestras vidas. Desde allí, cualquier fiesta le sirve al consumismo y, entonces, todas dan lo mismo”.

Algo similar opina Carrasco para quien, la radicalización del consumismo ha ido progresivamente instalando y consolidando el sentido comercial de la fiesta. “Es, como tal, una fiesta hoy centrada en el objeto `regalo´ y ese factor ha sido plenamente capturado y dominado hoy por la economía centrada en el capital”.

Si bien hay iniciativas que buscan resguardar a la Navidad de este concepto comercial y orientar este aspecto en otros sentidos –como las iniciativas “Navidad hecha a mano” u otras de tipo solidario–, la antropóloga cree que, indiscutiblemente, se trata de una fiesta colonizada por el capital.

“Lo importante es que, más allá de ello, prevalece también el sentido del encuentro y la fiesta familiar, de modo tal que la propia Navidad nos permite ver que nuestra sociedad es mucho más que capitalismo y consumo”.

Libros recomendados

La Navidad, a pesar de la tristeza de los tiempos, Carlo María Martini. Lumen, Buenos Aires, 1997.

Antología Chilena de la Navidad, Federico Gana y otros autores. Santiago, 1974.

Evangelio del Cristo cósmico. Hacia una nueva conciencia planetaria, Leonardo Boff. Editorial Trotta, 2009.

Jesucristo liberador. Lectura histórico-teológica de Jesús de Nazareth, Jon Sobrino. Editorial Trotta, 2020.

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