Editorial

El mérito de los locatarios de Lenga

Cuando todo apuntaba a un nuevo ciclo, fueron los mantos de humo por los incendios forestales y los fuertes sistemas frontales los que han ido alterando la labor en alza de este punto de Hualpén.

Por: Equipo Digital 25 de Septiembre 2023
Fotografía: Raphael Sierra

En la política y en los negocios una de las máximas más reiteradas es que en los momentos adversos es donde están las oportunidades, es donde aparecen quienes tienen esa capacidad de reinversión. Algo que tras la pandemia quedó mucho más arraigado en la gente, sobre todo en aquellos que se dedican al comercio en general.

Durante este mes, es que como cada año, se lleva adelante la veda de la merluza común. Una política pública que pretende generar un periodo de prohibición en vista de generar una ventana necesaria para la reproducción de la especie. Por cierto, una de las más importantes tanto a nivel artesanal como industrial.

Al final de la cadena, son los locales gastronómicos costeros los que ven la consecuencia natural de no contar con la conocida “pescada” sobre sus cocinas y mesones. Algo que ya está interiorizado en este negocio, pero que no deja de ser importante y meritorio para estos últimos.

En el caso de Caleta Lenga los locatarios son claros en explicar que la falta de la merluza común ha llevado a una necesidad de buscar respuestas y soluciones.

Por ejemplo, en el restaurante “Gracilaria”, Alan Pereira revela la manera en que decidieron hacerle frente a la prohibición: dándole preferencia a la otra merluza, la austral, una opción que los clientes aprecian.

“La gente la prefiere, es un pescado fresco y es más gran de pero también tiene un valor más elevado”, comenta. Distinta es la estrategia en el Restaurante “Bento”, ya que durante este mes se abastecen con una pequeña cantidad del producto congelado según relató Rubén Andrade, a cargo del establecimiento.

“La gente la pide muy poco durante este mes y a quien la ordene, se le informa que es producto congelado y no fresco. La diferencia se nota, aquí en un mes normal se venden cincuenta platos de merluza, durante septiembre con suerte se venden de seis a ocho” dice.

En el restaurante “Joselito”, Angela Bustos nos revela que también enfrentan la prohibición adaptando su oferta gastronómica y privilegiando las alternativas frescas: “ Decidimos priorizar el salmón y la reineta, por este mes no trabajamos con la merluza, decidimos no vender”.

En síntesis hay todo un mérito en los comerciantes de esta caleta, una que sigue resistiendo los tropiezos. Es que tras la pandemia, cuando todo apuntaba a un nuevo ciclo, fueron los mantos de humo por los incendios forestales y los fuertes sistemas frontales los que han ido alterando la labor en alza de este punto de Hualpén.

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