En recientes declaraciones a este medio, el senador Alejandro Navarro (Fvrs) habló de sus planes y de lo que vislumbra para los próximos meses con la asunción del Presidente electo, Gabriel Boric, y la futura composición del Senado y la Cámara de Diputados y Diputadas. El congresista dijo que se venían tiempos complejos, en particular, con la división que habrá en el Parlamento.
“El elemento político más decisivo es el empate, de 25 senadores por lado. El gobierno solo tendrá 25 y eso va a dificultar los cambios. Yo lo viví, incluso, siendo mayoría (…). Si el Senado niega la sal y el agua habrá problemas. Yo espero que haya comprensión y sabiduría”, manifestó el representante del Biobío, a poco de terminar una carrera legislativa de 28 años.
Se refirió a su primer período en el Senado, donde junto al ex senador, Hosain Sabag, lograron romper el extinto sistema binominal y contribuyeron a generar una mayoría parlamentaria, supuestamente, en beneficio de la entonces presidenta Michelle Bachelet. Y, claro, fue un supuesto, porque las diferencias al interior del conglomerado de gobierno también afloraron e impidieron avanzar en materias que formaban parte del programa de gobierno de la entonces Jefa de Estado.
Independiente de las posturas partidarias e ideológicas, lo planteado por el senador no deja de llamar a la reflexión, en particular, considerando los tiempos de constantes y acelerados cambios que vivimos.
Será este un año en que la conducción del gobierno estará en manos de un conglomerado de corta vida y que por primera vez asumirá esta tarea. Será este un año, además, en que culminará el trabajo de la Convención Constitucional y también es probable que se concrete el plebiscito de salida para que la ciudadanía se pronuncie a favor o en contra de la carta fundamental. Todo ello incluyendo los “habituales condimentos” que son parte de nuestra vida diaria y a la que en los últimos años se han sumado problemas de migración y la escalada de violencia en la denominada Macrozona Sur. Solo por mencionar algunos casos.
Por ello la discusión parlamentaria (como siempre debería ser) debe estar a la altura de las necesidades de las personas, de la ciudadanía que con su voto depositó su confianza, e incluso sus sueños, en quienes serán parte del Congreso. Que así sea.