No tiene sentido que un gobierno decida afianzar una licitación de esa magnitud a dos meses del término de su mandato. Chile necesita impulsar una política de exploración y explotación del mineral, pero el exceso de apuro puede ser contraproducente.
Rechazo y cuestionamientos ha provocado la decisión del Gobierno de llamar a licitación nacional e internacional para la exploración y explotación de yacimientos de litio en Chile. En diciembre se realizó la apertura de las ofertas económicas y desde sectores políticos, academia y la sociedad civil llaman a posponer el proceso, puesto que una decisión que compromete por décadas a un recurso natural no debería ser licitado en el cierre de un gobierno en ejercicio.
Según lo anunciado desde el Ministerio de Minería, quienes se adjudiquen la licitación operarán bajo la modalidad de un Contrato Especial de Operación de Litio suscrito con el Estado. La propuesta del Gobierno considera la producción de 400 mil toneladas de litio metálico comercializable y las adjudicaciones tendrán un plazo de 7 años. El plazo podrá ser prorrogable por otros dos años para la exploración geológica, los estudios y desarrollo del proyecto, a los que se sumarán 20 años de producción. Según el cronograma, el proceso continuará mañana, 6 de enero, cuando el Comité Especial de Licitación se reúna para proponer al ministro de Minería la adjudicación de esta licitación. Los resultados se conocerían el viernes 14 de enero.
No tiene sentido que un gobierno decida afianzar una licitación de esa magnitud a dos meses del término de su mandato. Para la urgencia, se argumenta que Chile ha perdido liderazgo en el mercado del litio: dejó de ser el principal productor mundial para ocupar el segundo puesto, luego de Australia.
El argumento de la “pérdida de liderazgo” puede ser interpretado como una falacia. Bajar de puesto en un ránking de producción no significa necesariamente menor productividad ni obtención de menor precio y tampoco pérdida de cuota de mercado. Si las estimaciones son correctas — que Chile concentra el equivalente al 44% de las reservas de litio del planeta — es cuestión de tiempo para retomar el aludido liderazgo, si ese es el interés de Chile. La posición de principal productor de una materia prima no es, de por sí, garantía de que sea beneficioso. Hay abundantes ejemplos de ello en el ámbito internacional. Chile necesita impulsar una política de exploración y explotación del mineral, pero el exceso de apuro puede ser contraproducente para el país.