Editorial

En boca de todos y en manos de nadie

La protección a las Pymes es una materia de gran importancia, puesto que son indispensables para el tejido económico y social. Pero suelen estar en boca de todos y en manos de nadie.

Por: Editorial Diario Concepción 16 de Septiembre 2021
Fotografía: Cedida

Las cifras económicas de 2021 indican un panorama distinto al escenario del año anterior. Hay una mayor aceleración de la actividad, en línea con la reducción de los contagios y mayor control en la evolución de la pandemia en Chile. Sin embargo, es necesario hacer frente a los problemas enfrentados por uno de los principales motores económicos: las empresas de menor tamaño. Es clave para el país impulsar las micro, pequeñas y medianas empresas, entidades impulsoras del crecimiento, generación de puestos de trabajo y formalización de los empleos.

Las empresas de menor tamaño han enfrentando un sinfín de dificultades. De hecho, suelen figurar en las estadísticas de mayor mortandad empresarial. Biobío ha ocupado un lugar destacado en el número de empresas que desaparecen, según los informes de la Superintendencia de Insolvencia y Reemprendimiento.

Los números dan cuenta de una realidad abrumadora: el 80% de las pymes fracasa antes de los cinco años y el 90% de ellas no llega a una década en actividad. Las empresas menores tienen dificultades de financiamiento, reciben los pagos con mayor retraso, tienen problemas para contratar mano de obra calificada y para diversificar su canasta de clientes. En otras palabras, la supervivencia de las empresas aumenta de acuerdo a su tamaño.

La protección a las pymes es una materia de gran importancia para el país, puesto que estas organizaciones generan empleo y agregan valor a productos y servicios. En todo el mundo los gobiernos suelen prestar particular atención al desarrollo de estas empresas, indispensables para el tejido económico y social, y vitales para la cadena de generación de valor con las grandes compañías.

También es decisiva la colaboración de las grandes empresas, compradoras o mandantes, en su rol de pagadoras a las empresas de menor tamaño. El retraso abusivo en los pagos puede condenar a una empresa a la muerte. Lo mismo con las empresas estatales, por ejemplo en el sector salud, cuyos retrasos en los pagos a sus proveedores asfixian el ecosistema de las pymes. No es aceptable que las dificultades de las grandes empresas, públicas y privadas, sean resueltas con los sacrificios de sus proveedores. Lo dijimos antes, pero no cuesta repetirlo: se requiere iniciativas orientadas a lograr que las pymes dejen de estar en la boca de todos y en las manos de nadie.

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