Editorial

La nueva normalidad

El apretón de manos, que ha sido utilizado en ocasiones formales, entre amigos y desconocidos, y para cerrar tratos y negocios, fue reemplazado por un saludo con los codos. Besos y abrazos pueden ser vías de contagio.

Por: Editorial Diario Concepción 10 de Septiembre 2021
Fotografía: Pexels

Historiadores, sociólogos, antropólogos, psicólogos y profesionales de otras especialidades se han dedicado a advertir los profundos cambios de costumbres y hábitos provocados por la pandemia del coronavirus. Cambios que probablemente permanecerán por largo tiempo, incluso después que la crisis sanitaria no sea más que un recuerdo.

El apretón de manos, por ejemplo, que ha sido utilizado en ocasiones formales, entre amigos y desconocidos, y para cerrar tratos y negocios. Dar las manos aparece representado en obras de arte del mundo griego y también los antiguos romanos lo utilizaban con sus queridos y también con sus rivales. Se dice que comenzó como una forma de demostrar que no se llevaba un arma, al mostrar y ofrecer las manos descubiertas. Con el coronavirus los saludos son con los codos y en algunos lugares han recomendado — e incluso prohibido — dar las manos para saludar. Regresó con impensable actualidad el artículo escrito en 1929 por una enfermera llamada Leila Given, quien dijo en ese entonces que las manos eran “agentes de transferencia bacteriana”.

Los besos y abrazos, costumbres occidentales para saludar tanto a desconocidos como a personas cercanas, también están en entredicho. Desde tiempos bíblicos hay registros sobre el uso del beso como señal de fidelidad y para sellar acuerdos, pero hoy día, en medio a la pandemia, es un gesto que suele ser desnecesario.

En lugares públicos también hubo cambios. Al ingresar a un local comercial las normas recomendaban el intercambio de sonrisas y saludos. Ahora, la recepción es con el control de temperatura, se ofrece alcohol gel y se fiscaliza el uso de mascarilla.

Las reuniones de trabajo — y hasta los encuentros familiares y de amigos — que solían ser siempre presenciales fueron sustituidos por las videoconferencias y junto con ello vino el aprendizaje masivo de estas nuevas tecnologías. Lo más probable es que buena parte de las citas profesionales sigan realizándose en forma remota: la presencialidad ya no es un imperativo per se.

El coronavirus y las medidas sanitarias asociadas cambiaron los hábitos cotidianos en la esfera social, de salud, trabajo, ocio y consumo de bienes y servicios. Lo más probable es que muchas modificaciones de hábitos y costumbres hayan llegado para quedarse.

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