La reunión del G7 fue un éxito en términos de buenas intenciones y acuerdos. Falta que las buenas intenciones se materialicen en acciones concretas.
El domingo 13 se realizó la última reunión del G7, la primera cúpula que los líderes de Alemania, Italia, Francia, Estados Unidos, Canadá, Japón y Reino Unido han realizado de manera presencial desde que empezó la pandemia. Como era de esperarse, la agenda estuvo marcada por las preocupaciones por el medio ambiente, por la geopolítica comercial, y por la crisis sanitaria que afecta a todo el planeta.
Reunidos desde el viernes en un resort al suroeste de Inglaterra, los líderes del G7 se comprometieron a donar 1.000 millones de vacunas contra el coronavirus. El anuncio es definitivamente un gran aporte para combatir la pandemia, considerando que en muchos países el acceso a la vacunación ha sido ínfimo — a veces inexistente — lo que postergado el control del la Covid-19. Mientras existan grandes poblaciones sin la necesaria inmunización, al menos dos escenarios serán posibles: la existencia de territorios que serán considerados “de riesgo” para viajes o comercio exterior, y la seguridad mundial de que la pandemia no está controlada mientras existan tales territorios. Según la Organización Mundial de la Salud, para vencer al virus hacen falta 11.000 millones de vacunas, una cifra bastante superior al anuncio del G7.
Además de la agenda vinculada a la pandemia, los líderes de las siete principales naciones industrializadas analizaron planes para reducir las emisiones de la agricultura, el transporte y la fabricación de acero y cemento, entre otras iniciativas para abordar el cambio climático. El G7 también acordó un impuesto mínimo a las compañías transnacionales con el objetivo de combatir la evasión fiscal y hacer que las empresas paguen los tributos en los países donde hacen negocios. Si bien la propuesta deberá recibir aprobación en otras instancias internacionales, podría ser un avance para que países menos desarrollados puedan atraer a grandes compañías. También hubo conversaciones y acuerdos en apoyar más la Alianza Global para la Educación, especialmente lo relacionados con millones de niñas y adolescentes que hoy día no tienen posibilidad de acceder a una escuela. Es decir, la reunión del G7 fue un éxito en términos de buenas intenciones y acuerdos. Falta que las buenas intenciones se materialicen en acciones.