Editorial

La gran prueba moral de 2021

Saltarse la fila del pan, para algunos, es una práctica tan corriente que no amerita juicios ni éticos ni morales. La correlación con la pandemia es inevitable: acaparar las vacunas es una tentación que se ha dado entre países, y también al interior de las naciones.

Por: Editorial Diario Concepción 22 de Febrero 2021
Fotografía: Archivo fotográfico de Alejandro Mihovilovich.

La distribución equitativa de las vacunas “es la mayor prueba moral que enfrenta la humanidad”, dijo recientemente la Organización de las Naciones Unidas a través de su secretario general, António Guterres. La declaración de la ONU se sustenta en el hecho de que 10 naciones monopolizaron el 75% de las inmunizaciones aplicadas hasta el momento. En contraste, más de 130 países no han recibido una sola dosis de las vacunas para la Covid-19. Había expectativa por una posible competencia internacional para acceder a las vacunas, pero también algo de esperanza que la distribución no fuera una carrera para acaparar todos los recursos disponibles.

Además del aspecto moral y humanitario, la concentración de las vacunas en pocos países tiene un componente de carácter científico: el desigual reparto puede volverse en contra de los países más ricos, dado que no será posible controlar la pandemia mientras los países pobres no logren la inmunización. En un mundo globalizado, los patógenos también viajan, por distintas formas, y también pueden ocurrir mutaciones del virus, restando eficacia a las vacunas actuales. De manera pragmática, es poco inteligente pensar en zonas libres del coronavirus mientras grandes territorios sigan con altos índices de contagios. Nadie estará a salvo hasta que todos estén a salvo.

La tentación de acaparar las vacunas se ha dado entre países, y también al interior de las naciones. En Chile se supo que casi 40 mil personas han saltado la fila, es decir, han logrado recibir la vacuna antes del tiempo. Son personas menores de 60 años, sin enfermedades crónicas, y no definidos como prioritarios en el proceso. Saltarse la fila del pan, para algunos, es una práctica tan corriente que no amerita juicios ni éticos ni morales. Diversos gremios piden contar con la vacuna antes que la población general, como los camioneros, panaderos, comerciantes, trabajadores bancarios y periodistas.

Buscar ser parte de un grupo prioritario, especial o de urgencia para recibir la vacuna no es una exclusividad local. Ocurre en otras latitudes del mundo. En rigor, todos que trabajan con público sienten que deberían estar entre los primeros inoculados, y ello incluye a vendedores, taxistas, trabajadores de servicios funerarios, camareros, cajeros de supermercado, choferes de buses y muchos otros. Pero es necesario cumplir con el proceso de la forma más humanitaria, justa e igualitaria posible. Sólo así las vacunas serán efectivas. Sólo entendiendo que es un problema global, cuya solución es global.

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