Editorial

La educación de jóvenes y adultos

Los niveles de escolaridad impactan en la productividad de empresas y países, pero también en los ingresos y calidad de vida de los trabajadores y trabajadoras.

Por: Editorial Diario Concepción 10 de Septiembre 2020
Fotografía: Archivo

El Observatorio Laboral Sence Bío Bío (http://observatoriobiobio.cl) puso a disposición de la ciudadanía un boletín sobre los niveles de alfabetización y escolaridad de la fuerza de trabajo en la Región. El resultado es una sombría comprobación: se estima que 10.750 personas que son parte de la fuerza de trabajo no saben leer ni escribir. El documento también informa que el 11% de la fuerza de trabajo tiene 7 o menos años de escolaridad, y en conjunto con quienes no completaron la Educación Media, representan el 31,8% de la fuerza laboral (ocupadas más desocupadas).

Para realizar el informe se utilizaron datos de la Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional año 2017, el Censo 2017, la Encuesta Nacional de Empleo del trimestre móvil mayo-julio 2020, la Encuesta Suplementaria de Ingresos (ESI) del año 2018, y datos del Ministerio de Educación.

Los datos entregan un panorama conocido, pero que no suele encontrarse en los debates sobre el empleo. Está demostrado que el nivel de escolaridad tiene fuerte incidencia en materia de productividad -un tema sensible y pendiente en Bío Bío– como también en los ingresos de los hogares. En la Región, las personas que no han completado la Educación Básica tienen un salario promedio mensual un 53% menor que el restante de la fuerza de trabajo regional.

Trabajadores más calificados pueden desarrollar actividades más complejas, y se ha establecido que las economías con mejor capital humano innovan en una escala superior. Es decir, los niveles de escolaridad impactan en la productividad de empresas y países, pero también en los ingresos y calidad de vida de los trabajadores y trabajadoras. Y más: los habitantes de la Región que no saben leer ni escribir tienen menores opciones para puestos trabajo, una mejor percepción de su propia condición de salud y se encuentran menos empoderados para evaluar la conducción política del país.

Es evidente que las personas en tales condiciones no pueden salir por sí mismas de la situación. Más bien este escenario complejo debería encontrar soluciones desde políticas públicas. Para ello es necesario posicionar a la educación de personas jóvenes y adultas como una línea de real importancia en la política educativa. De lo contrario, y al menos en materia de desigualdad, los informes seguirán mostrando un panorama desolador.

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