Editorial

Los desafíos del empresariado ante las demandas sociales

La desigualdad, la inequidad, los abusos, no son recientes, han sido parte de nuestras realidades por décadas, pero la diferencia es ahora, justamente, esa toma de conciencia, que rompe la inercia y dinamiza la insoslayable necesidad de cambiar.

Por: Editorial Diario Concepción 26 de Diciembre 2019
Fotografía: Referencial | Pixabay

De un diálogo reciente entre diferentes actores del empresariado, gremios, autoridades edilicias, organizaciones comunitarias y autoridades académicas, surgen ideas que en la mayoría de los casos han tenido pruebas iniciales de marcha, en la búsqueda de caminos de solución ante las demandas sociales y como aporte al establecimiento de un nuevo trato en nuestra sociedad.

Hace no muchos años, el ex presidente de la Comisión Nacional de Acreditación y actual profesor de Ingeniería Comercial de la Universidad Católica, Matko Koljatic, publicó un comentario en un medio de circulación nacional, relativo a su experiencia al interrogar a sus estudiantes sobre el significado de ser empresario, específicamente para qué existen las empresas. Resume que las primeras respuestas se referían a la creación de valor, entendiendo ello como el crecimiento del valor económico de la empresa.

Esa aseveración, escribe, fue seguida de un debate intenso, que desde hace algunos años cuestiona el afán de lucro. Los alumnos, en general, no son ajenos a esta crítica, sumándose a quienes plantean que hay que reemplazar la lógica económica en las empresas por otra más humana y socialmente consciente. Lo que preocupaba a alumnos y alumnas no era que la creación de valor económico sea el objetivo final, sino la legitimidad de los medios con que se crea valor. Para este profesor la respuesta correcta es que los medios empleados deben hacer legítimo el fin, o lo que es lo mismo, la empresa debe reconocer su rol público en la sociedad.

En el diálogo aludido al principio, convocado por la CPC Bío Bío, se expresó la necesidad de tener propuestas y líneas de acción que resultaran en respuestas concretas y realizables ante las demandas de la ciudadanía. Es muy posible que la primera revelación haya sido la auténtica y razonada toma de conciencia de la situación que conmociona a Chile. La desigualdad, la inequidad, los abusos, no son recientes, han sido parte de nuestras realidades por décadas, pero la diferencia es ahora, justamente, esa toma de conciencia, que rompe la inercia y dinamiza la insoslayable necesidad de cambiar.

En el diálogo surgieron las ideas que movilizan las iniciativas que deben emprenderse, la historia única que debe contemplar ahora muchas historias, los lenguajes que deben emplearse, la necesidad de vinculación entre los diferentes ámbitos del empresariado y gremios, con el objetivo de lograr una agenda conjunta y sinérgica para mejorar las propuestas a las personas. La valentía que hace falta para enfrentar los asuntos que surgen en un diálogo auténtico y abierto, y el desafío de llegar a personas que no han tenido privilegios, sino barreras, así como tender estables puentes de confianza.

Las empresas pueden y deben hacer más, es una toma de conciencia cada vez más evidente. Como en todo el tejido social, hay que reforzar las buenas prácticas y la solidez de los fundamentos éticos.

El nuevo trato que necesita nuestro país requiere el compromiso honesto de todos los sectores de la sociedad. Requiere de una reflexión sincera con resultados efectivos, pues son las acciones las que pueden dar fundamento a los cambios sociales, porque de discursos ya ha habido suficiente. Demanda los hechos que demuestren que es posible cambiar positivamente a Chile, que no es utopía creer en un país más justo, más solidario.

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