Editorial

La lenta respuesta al desafío de la tecnología laboral

Con la tecnología desaparecen puestos de trabajo, pero, al mismo tiempo, se abren nuevas oportunidades laborales, aunque con otros estándares, un desafío que no se ha aquilatado suficientemente; la calidad y competencias de nuestro capital humano.

Por: Editorial Diario Concepción 01 de Octubre 2019
Fotografía: La Tercera

La aspiración nacional de ingresar al grupo de países desarrollados parece más simple que lo que realmente es, una situación que se puede explicar por diferencias en el concepto de nación del primer mundo, que puede ser mucho más fácil si el parámetro que se utilice se limita a los indicadores de producto interno bruto o la media de ingreso por persona, o el indicador económico que aparezca apropiado. El asunto que deja estos logros en el área de mayor dificultad de cumplimiento es la amplitud de características que determina la condición de país del primer mundo.

Una de ellas es la rápida capacidad de respuesta de sociedades cuya tradición histórica, formación cultural y modo de vida, les permite, no sólo adaptarse a los fenómenos emergentes de diversa naturaleza, sino estar en permanente estado de evolución, en el cual el cambio no es un incidente sino una realidad omnipresente.

Las limitaciones para actuar con similar dinámica determina, en plazos relativamente breves, una brecha entre esos países y los que pretenden alcanzarles, entre los cuales se encuentra el nuestro, por ejemplo, ante la evolución de los medios que se requieren para la producción y el papel que en ella ejercen los trabajadores, un factor que puede experimentar cambios substanciales ante la emergencia de la automatización, a la vez una amenaza y una oportunidad.

En el análisis de nuevos escenarios que impondrá la robotización, automatización y la inteligencia artificial, las estimaciones más conservadoras indican que en los próximos doce o quince años van a desaparecer el 30% de los puestos de trabajo. Otras, más radicales, apuntan a que serán el 60% de los puestos de trabajo los que se destruirían, parecido al vaticinio de la Ocde que lo estima en un 55%”.

Lo que es evidente, es que la inteligencia artificial y la robótica tienen el potencial y la capacidad para reemplazar el trabajo humano, particularmente el tipo de trabajo que requiere menos capacitación. Desaparecen puestos de trabajo, pero al mismo tiempo se abren nuevas oportunidades laborales, sólo que con otros estándares, ese es un desafío que no se aquilatado suficientemente, la calidad y competencias de nuestro capital humano.

Ante esta innegable realidad de impacto sobre el mercado laboral de estas nuevas tecnologías, los antecedentes relativos a la magnitud de este impacto están en pleno desarrollo. Una investigación sobre el tema, que explora la relación entre el crecimiento de la productividad con estos medios y el empleo, muestra que hay disminución del empleo en ciertos sectores, pero al mismo tiempo, hay un mejoramientos de la economía como un todo, precisamente porque el crecimiento de la productividad deriva, a la larga, en incrementos del ingreso, el consumo y el empleo agregado.

El primer mundo lleva mucho andado y es evidente que en nuestro entorno se parece estar todavía en la etapa de socialización del problema, cuando parece cada vez más urgente la puesta en marcha de medidas concretas, como la capacitación de los trabajadores, en todos los ámbitos, para enfrentar con éxito esta realidad.

Se tiende a olvidar los miles de trabajadores que han perdido sus puestos, reemplazados por tecnologías, 1.500 cajeras de Walmart, 1.700 trabajadores en Chuquicamata, entre otros. Los programas sistemáticos de capacitación deberían estar en plena marcha y no a la espera del cumplimento de la profecía.

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