Editorial

Las oportunidades de estudio y trabajo para los jóvenes chilenos

Otro indicador más optimista, aunque puede no representar a la totalidad del país, muestra, en la zona metropolitana, la existencia de 152.662 jóvenes entre 15 y 29 años que mientras estudian, dedican parte de su tiempo a conseguir ingresos complementarios.

Por: Editorial Diario Concepción 05 de Septiembre 2019
Fotografía: Archivo | Diario Concepción

Las sociedades tienen en común el deber de proteger y formar a sus jóvenes y niños, por una simple razón de supervivencia, de continuidad y progreso, los jóvenes son, sin intenciones declamatorias, el futuro de las mismas, dicho de otro modo, la sociedad que descuida ese elemental compromiso amenaza su permanencia, más aún cuando el futuro muestra señales de cambios enormes en plazos relativamente breves.

El aspecto más obvio ante este desafío permanente, pero actualmente agudizado, es la educación, no aquella que ha servido hasta aquí, sino aquella que prepara para una realidad diferente, por tanto, hay dos aspectos relevantes, la necesidad de educarse y la capacidad para adaptarse a solicitaciones cambiantes.

Ante ese escenario, resulta muy preocupante que exista un número apreciable de jóvenes que no estudia ni trabaja, “ninis”, que si no fuera por la protección y apoyo de adultos, serían, como en tiempos adversos, abandonados a su suerte, lo que por supuesto puede ocurrir en algunos segmentos de la sociedad. Según la última encuesta Casen son uno de cada ocho, un fenómeno que tiene raíces sociales más que sicológicas.

Según los resultados de esta encuesta, existe una mayor tasa de ocupación entre los jóvenes de 15 a 29 años, pues pasó de 39,3% en 2011 a 42,6% en 2017. Sin embargo, los datos también muestran que si bien los niveles de jóvenes que no trabajan ni estudian han descendido desde 1990, no han disminuido significativamente durante la última década. De hecho, mientras en 2006 este grupo alcanzaba el 15,3%, durante 2017 fue de 12,7%, con 2,6 puntos porcentuales de diferencia, que bien puede deberse a razones otras que al resultado de medidas efectivas al efecto.

Según a apreciación del ministro de Desarrollo Social y Familia, este porcentaje de “ninis”, que en números absolutos resultan ser aproximadamente cerca de 500 mil jóvenes, “están fuera del mercado, van a ser pobres en el futuro y van a generar situaciones de pobreza más adelante”. Como contraparte, hay otro indicador más optimista, aunque puede no representar a la totalidad del país, los datos del Observatorio Laboral Metropolitana que muestran, en la zona metropolitana, la existencia de 152.662 jóvenes entre 15 y 29 años que, mientras estudian, dedican parte de su tiempo para conseguir ingresos complementarios.

Este nuevo grupo, que ha existido desde siempre, ha sido denominado en contraste “sisis”, representa casi el 9% del total del universo en dicha edad estudiado, que corresponde a 1,7 millones de jóvenes. En términos de género, casi 66 mil de los sisis son mujeres, mientras que 86 mil son hombres, representando el 43,2% y el 56,8% de participación respectivamente, la mayoría en los tramos etarios de 20 a 29 años.

Una mirada más cercana a estos datos permite apreciar que los sisis tienen ventajas comparativas respecto a los que no estudian ni trabajan; pertenecen a grupos más acomodados de la clase media y sus niveles de educacionales son más altos. Un indicador claro de lo que hay que hacer para que todos los jóvenes tengan en nuestro país similares oportunidades, sobre todo cuando en estas cifras hay además un segundo dato de alerta; la clara brecha laboral de género por ingresos, similar a la que se observa en el mercado laboral formal.

La conclusión es evidente, a nuestros jóvenes no les falta capacidades, les falta una sociedad que les incluya.

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