Editorial

El más arcaico de los proyectos regionales

En el Archivo Histórico Nacional se guarda el mapa del penquista Don Luis de la Cruz, su exitoso viaje por tierras desconocidas, pobladas de indios bárbaros, según su propia descripción de esa aventura en 1806. No ha pasado mucho en estos 213 años.

Por: Editorial Diario Concepción 28 de Agosto 2019
Fotografía: Carolina Echagüe M.

Los puertos de Chile tienen su historia estrechamente unida a la historia de la nación, existen en relación directa con la función que cumplen y pueden, de muchas maneras, ejercer una influencia, como círculo deseablemente virtuoso, sobre las regiones a ellos vecinas, de modo tal que lo que ocurre a los puertos ocurre a su periferia cercana y remota. Para que eso ocurra las regiones interesadas tienen que estar vinculadas, que sea posible el transporte expedito de un punto a otro, salvando distancias y obstáculos.

Nuestra región ha tenido avances sustantivos en ese sentido, con nuevas carreteras y un mejoramiento notable de capacidad portuaria, desarrollando acciones que claramente apoyan su mejor gestión y la eficiencia en la comunicación con el resto del mundo. En Talcahuano y San Vicente se ha hecho una gran inversión y se aprecia un notable mejoramiento de la infraestructura portuaria. Su emplazamiento no podría ser más favorable, aproximadamente a 30 kilómetros o menos de Concepción, Coronel y Lota. A 8 kilómetros del aeropuerto, a poco más de 100 de Chillán y Los Ángeles. Como ciudad puerto, Talcahuano, aun con tareas pendientes de reconstrucción, tiene en este proyecto una apuesta fundamental y tanto la comunidad como sus autoridades poseen una clara visión de la importancia de estos emprendimientos.

Nunca ha habido escases de emprendedores en la Región, desde antes de la independencia los penquistas tenían una visión de conectividad crítica para el desarrollo, las dificultades de movilizar mercaderías y productos en puertos lejanos, con costos tan altos como la demanda de tiempo. De esa época data la búsqueda de conexión con Argentina, particularmente con la ciudad de Buenos Aires, a través del paso Pichachén, el cual es recordado, visitado y aludido una y otra vez, hasta en fechas relativamente próximas.

La iniciativa no tiene nada de nuevo, pasar a través de un boquete de la cordillera en Antuco, el paso Pichachén. En el Archivo Histórico Nacional se guarda el mapa del penquista Don Luis de la Cruz, con un detallado trazado de su exitoso viaje por tierras desconocidas, pobladas de indios bárbaros, según su propia descripción de esa aventura iniciada en marzo de 1806. No ha pasado mucho en estos 213 años.

El año pasado, y de acuerdo a cifras de Extranjería de la Policía de Investigaciones, transitaron 5 mil 907 personas por el paso. Esto incluye tanto entrada como salida. El área de impacto directo incluye a las comunas de Antuco, Los Ángeles, Tucapel y Quilleco, los que podrían extenderse eventualmente al sector portuario de la Región del Bío Bío. Poco, considerando sus ventajas sobre otros pasos, considerando la altura, la distancia de ciudades argentinas y la geometría del camino. A título de consuelo, la autoridad de turno explica que gradualmente se irá implementando la ruta para uso de transporte pesado, o sea el necesario para la vinculación efectiva con los puertos.

Un alcalde regional comenta socarronamente, que nos hemos acostumbrado “a hacer cosas de a poquitito, cuando sería mejor hacerlo en grande de una vez por todas”. Sin embargo, esa parece ser la tónica de las  obras en regiones, las que se emprenden sin la debida participación local y las que no tienen el soporte y el impulso de actores auténticamente comprometidos con del avance de la descentralización y el desarrollo armónico del territorio.

Etiquetas