En el escenario de la descentralización, este resultado es elocuente, los jóvenes, los futuros administradores de nuestro país, han descubierto que las regiones tienen lo que hace falta, que el prestigio de las instituciones es un indicador confiable.
Inadvertidamente para muchos, dado las otras obvias y harto más inmediatas connotaciones, de los resultados de la PSU y las postulaciones de los estudiantes que lograron aprobar con puntajes compatibles a las diferentes carreras del sistema, se mostraron las altas cifras de las postulaciones a las universidades regionales. Como un ejemplo cercano, el 28% de los elegidos en la Región de Bío Bío son de lugares distintos al de esta zona.
No es ese solamente el hecho más relevante, sino la clara capacidad de convocatoria de las universidades regionales. Según datos del Sistema Único de Admisión (SUA), existen regiones donde hasta la mitad de los elegidos vienen de otras zonas. Esto a pesar de la amplia y publicitada oferta de las instituciones capitalinas, se ha consolidado así la ruptura el paradigma en el sentido de que la educación metropolitana tendría ventajas comparativas en comparación con sus contrapartes regionales.
Los resultados hablan muy bien de la seriedad con que las instituciones de las regiones han asumido su compromiso con la calidad, robusteciendo sus propuestas de educación superior no sólo con una considerable inversión en infraestructura sino y principalmente por el alto perfil de sus académicos, que en el último decenio han ido mostrando características del más alto estándar, que ha permitido mejorar sustancialmente la calidad de su oferta educativa.
Según los expertos, este factor de excelencia académica se suma a los diversos aspectos determinantes de la calidad de vida de los futuros estudiantes, que pueden encontrar en las regiones condiciones más atractivas y favorables para su formación personal, su salud y es posible, su felicidad, que en suma representan mejores perspectivas para concluir exitosamente con sus proyectos formativos.
El Centenario de la Universidad de Concepción, en este ámbito, no pudo tener un escenario más auspicioso, con una altísima cifra de jóvenes que postularon para cursar sus estudios en ella. Efectivamente, tras revelarse los resultados del proceso de admisión 2019, se confirmó el liderazgo de la UdeC en las preferencias estudiantiles, con 43.532 postulaciones válidas emitidas en el proceso.
De esa cifra, 17.554 postulaciones se materializaron como efectivas para alguna de las 91 carreras que imparte la universidad y de ellas, sólo 4.851 postulaciones llegarán a puerto, pues ese es el número de cupos disponibles este año en las carreras de la UdeC, lo que significa que por cada plaza disponible hubo 8,97 postulantes. Según las cifras del Sistema Único de Admisión, la Universidad de Concepción mantuvo su lugar como el primer plantel a nivel nacional en cuanto a preferencias de los futuros estudiantes. Así, la UdeC en 2018 se encumbró a la cabeza de la tabla, seguida, en el marco del Cruch, por la Universidad de la Frontera (8,13) y la Universidad Católica de la Santísima Concepción (7,99).
En el escenario de la descentralización, este resultado es extraordinariamente elocuente, los jóvenes, los futuros administradores de nuestro país, han descubierto que las regiones tienen lo que hace falta, que el prestigio de las instituciones es un indicador confiable. Una circunstancia, de entre muchas, señalando que es posible hacer las cosas con más equidad en el territorio nacional, un asunto que los políticos no terminan de asimilar.