Si bien es cierto, existe consciencia de seguir avanzando en mejorar las condiciones laborales y el posicionamiento social de los profesores, es necesario también valorar más la labor de nuestros docentes.
El profesor chileno está en medio de escenario mutante, con contrastes notorios y paradojas que parecen inexplicables, la valoración que de ellos tiene la sociedad, la opinión y actitudes de sus estudiantes, la opinión de quienes les emplean, su propia valoración, todos asuntos que han estado sobre la mesa en la medida que se debate interminablemente sobre la reforma educacional.
En estos escenarios se destaca la diferencia entre la valoración que hace la sociedad chilena sobre la labor del profesor y la propia apreciación de los docentes, que no coincide, siendo más alta en el primer caso. Hace pocos días se publicó la segunda versión de la encuesta que mide el estatus de los profesores, Chile se posicionó en el lugar 22 entre 35 países, siendo el mejor de la Región.
En esa consulta, China resultó ser el país con el mejor resultado, seguido por Malasia y Taiwán. De manera general, la encuesta que se aplicó a mil personas de 35 países, además de profesores de esas naciones, reveló una mejora en la valoración que hay hacia los docentes, una situación que ha sido descrita por los investigadores como un avance que, aunque modesto, señala una tendencia virtuosa.
Sin embargo, en Chile se da una situación paradojal, al preguntar a distintos integrantes de la sociedad por la valoración a los maestros, estos obtuvieron 33 puntos de un total de 100, por otra parte, los profesores chilenos aseguraron que su valoración era de 19 puntos. De esa manera, nuestro país es uno de los 13 países en los cuales los docentes perciben que su estatus es inferior a la valoración que les da la sociedad.
Para los expertos, el “respeto a los profesores no sólo es un importante deber moral, sino que resulta esencial para los resultados educativos”, según el director del Centro para la Transformación Educativa Centre UC, “todas las investigaciones que conocemos de los trabajos cotidianos nos hablan de que hay un clima poco propicio para que los mismos profesores se valoren”, al observar que la profesión docente “está prescrita por los sostenedores y directores, lo que les quita autonomía”.
Como otro factor de subestimación, los profesores “consideran que su trabajo no es valorado, porque en la práctica no lo es. Les tienen que decir qué hacer, muchas veces en contra de los principios pedagógicos que aprendieron en sus carreras”. Por otra parte, tienen que hacerse cargo las dificultades del sistema educativo, lidian con los apoderados, interactúan todos los días con estudiantes no siempre receptivos o claramente indiferentes, más la posibilidad de falta de respeto o incluso violencia.
Se puede añadir, la reciente información de la Ocde en el sentido que los profesores chilenos son los que más tiempo pasan en las salas de clases y, además de ser los que cuentan con menos tiempo para realizar otras actividades que no sea estar frente a los alumnos, y en no pocos casos, con precarias condiciones laborales dado el número de horas contratadas y aún así muestran altos niveles de compromiso.
Si bien es cierto, existe consciencia de seguir avanzando en mejorar las condiciones laborales y el posicionamiento social de los profesores, es necesario también valorar más la labor de nuestros docentes, necesitamos creer en la importancia de los profesores para formar la sociedad que nos hace falta y apoyarlos, cada quien en su entorno en su tarea de hacer Patria.