Tenemos en general muchas razones para sentirnos orgullosos de ser chilenos, no solamente como un residuo nostálgico de la celebración de las Fiestas Patrias, sino por la debida apreciación de lo que nuestro país contiene, empezando por su naturaleza y su gente, la naturaleza que nos impone la necesidad de preservarla y protegerla, y nuestra gente con potenciales pendientes, que tienen que concretarse con las medidas para aumentar la equidad y las oportunidades, para mejorar su cultura y competencias.
Por otra parte, está la conciencia de lo que no está bien, lo que es imperioso corregir al más breve plazo. Hace pocos días, se dio a conocer una nueva versión del Índice de Desarrollo Humano de Naciones Unidas, que ubica a nuestro país como el primero de América Latina y el Caribe y como el n°44 de 189 países y territorios a nivel mundial, ubicándonos como uno de que muestra el desarrollo humano más alto.
No es un posición que se logre con indicadores de poco peso, tampoco es el resultado de encuestas de opinión, se trata de la observación concreta de factores que permiten el mejor desarrollo del hombre, de esa manera, en la realidad regional latinoamericana Chile es seguido, en este aspecto, por Argentina, Bahamas y Uruguay.
No es la primera vez que nuestro país ocupa esta posición, de hecho, está en ese sitio por bastantes años. Desde la recuperación de la democracia en 1990, el avance en este índice ha sido sostenido, gracias a un conjunto de políticas públicas que han mejorado de manera creciente las tasas de alfabetización, los años de escolaridad, la esperanza de vida al nacer y el ingreso per cápita, todos ellos indicadores que hacen parte del índice. Una serie comparativa amplia, basada en los nuevos cálculos hechos por la oficina del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud), muestra que, en los últimos veintisiete años, Chile presenta un alza constante de su Índice de Desarrollo Humano. Entre 1990 y 2017, el valor del IDH de Chile aumentó de 0,701 a 0,843, lo que implica un aumento del 20.2%.
Sin embargo, otras situaciones distan mucho de ser adecuadas, el mismo índice señala que la brecha de género sigue siendo tarea pendiente en nuestro país, si se considera desde la perspectiva de género, nuestro país baja varios lugares en el ranking internacional, ubicándose en el número 72. La principal causa para ese importante retroceso en las calificaciones, es la manifiesta asimetría que existe en el ingreso per cápita entre hombres y mujeres, un notorio 47%.
Se ha señalado este dato como congruente con la evaluación del Gender Gap Report del Foro Económico Mundial, indicando que nuestro país muestra los peores resultados en materia de participación económica y oportunidades por género, el resultado está asociado a igual pago por igual trabajo, donde Chile se posiciona en el n° 127 del ranking, de un total de 144 países.
Si bien es cierto, se ha avanzado en participación política, acceso a la educación o a la salud, este aspecto resulta central, ya que determina la realización del proyecto de vida de la mujer y la posibilidad de participar en igualdad de condiciones, libre de abusos y violencia propias de asimetrías económicas, culturales y sociales. Los movimientos feministas tiene toda la razón de ser, estos cambios resultan impostergables para el desarrollo de una sociedad justa y plena.