Editorial

La paradoja de la desconfiada sociedad chilena

Por: Editorial Diario Concepción 08 de Agosto 2018
Fotografía: Isidoro Valenzuela M.

No es necesario, en términos generales, la asesoría de sociólogos y antropólogos, para observar que el progreso en las urbes chilenas ha sido inescapablemente acompañado de aumentos en los niveles de aislamiento y desconfianza, una pareja de circunstancias que parece estar estrechamente vinculada. Cada quien pretendiendo ser aparte y diferente al otro, por mucho que al primer análisis esa situación no corresponda a la realidad, la diferencia de opinión entre las entidades ajenas y las propias.

Si se considera el resultado, altamente replicado, de las encuestas, se podría concluir que estamos en un mundo que se deshace, la desconfianza es evidente y generalizada, un sentimiento negativo que cubre todo; empresas, empresarios, sindicatos, iglesia, para no mencionar a políticos y sus coaliciones, como una confirmación de que se suelen mover por sus propios motivos, del todo separados de aquellos que forman la vida cotidiana del ciudadano común.

Este fenómeno parece haberse profundizado en los últimos años, pero, al revisar la historia próxima, se puede concluir que hay antecedentes tempranos, aunque no en los actuales ordenes de magnitud; en las cifras de la Encuesta Bicentenario UC Adimark, del año 2015, se revelaba que solo un 1% de nuestros connacionales afirmaba confiar “algo” o “bastante” en los parlamentarios. De ser así, si la opinión fuera sincera, sin excepciones, la democracia chilena estaría en estado de colapso, en consecuencia, como ha ocurrido en otras latitudes; la solicitud consecuente es que se vayan todos.

Sin embargo, tras una reflexión mesurada emerge otra realidad, diferente a un país en el cual la clase política y las instituciones de son descritas como colapsadas y apartadas de la fe pública. En contraste con el juicio lapidario sobre las instituciones, la vida ciudadana y productiva continúa, las personas acuden con normalidad a sus trabajos, planifican el desarrollo de sus familias, hacen responsablemente frente a sus compromisos, y participan, no pocas veces con indudable entusiasmo, en los asuntos políticos.

Esta aparente paradoja indica que las personas dicen rechazar a las instituciones, pero al mismo tiempo expresan confianza con aquellas con las cuales se relacionan cercanamente, de esta manera, se rechazan a las empresas, de modo genérico, pero sin embargo se valora y destaca las características positivas de la empresa en la cual se trabaja, se desconfía de los bancos, pero al mismo tiempo se aprecia el apoyo de las entidades en proyectos personales.

En 1978, Richard Fenno un cientista político norteamericano enuncia la paradoja que lleva su nombre, en uno de sus libros pone en evidencia una realidad que se observa igualmente en nuestro país: la gran mayoría de los votantes de su país expresa actitudes negativas hacia el Congreso y los congresales, pero, a la hora de votar, más de un 70% resultan reelectos. Como explicación está el contraste entre actitudes globales, hacia un colectivo “los congresales” y las actitudes positivas hacia los miembros cercanos, y conocidos del mismo colectivo.

Es difícil comprender porque esta situación no ha sido debidamente valorada por las instituciones y sus actores más relevantes, la posibilidad de recuperar amplios márgenes de confianza mediante la cercanía, no la utilitaria, para un logro específico, sino la sincera, para hacer de Chile un país con mayor unidad de propósitos.

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