Editorial

La emergente era de los algoritmos

Por: Editorial Diario Concepción 09 de Marzo 2018
Fotografía: Pixabay

No existe ningún consenso definitivo en cuanto a la definición formal de algoritmo, en términos que quisieran ser sencillos, algunos autores lo definen como una lista de instrucciones para resolver un cálculo o un problema abstracto, los pasos secuenciales para resolver un problema. Concretamente, información que se cruza para un fin determinado, lo que hace posible que al acumularse datos se pueda obtener información sobre asuntos específicos, por ejemplo, si los laboratorios farmacéuticos quisieran saber qué productos pueden ser necesarios en determinada época, los datos disponibles sobre patología estacionaria, población afectada, entre mucha otra información, podrían indicarles que poner en el mercado con garantías de pronta y redituable salida.

En una reciente publicación del diario español El Tiempo, se comenta que no es de extrañar, ante la existencia de  una cantidad ingente de información sobre las personas en los sistemas informáticos – el concepto actual de big data- , que  las compañías obtengan datos de la analítica avanzada para estudiar características del producto que planean sacar al mercado; el precio al que lo quiere colocar o incluso decisiones internas tan sensibles como la política de salarios.

Lo que sí es sorprendente, es la magnitud de la información disponible, es casi imposible imaginar el  número de datos en circulación, se calcula que la humanidad ha generado en los últimos cinco años un 90% de la información de toda la historia.  También han crecido vertiginosamente las posibilidades de interconectarlos. La palabra revolución se utiliza entre académicos y gestores empresariales en contacto con el floreciente negocio de los algoritmos. La emergente era de los algoritmos, que no sólo tienen la capacidad de explicar la realidad, sino también de anticipar comportamientos, evidente ventaja para evitar o minimizar riesgos, o para aprovechar oportunidades. Las fórmulas para convertir gigantescas cantidades de datos en información con valor económico se convierten en el gran activo de las empresas y un antecedente sin el cual va a resultar casi imposible competir con razonables  posibilidades de éxito.

Para Esteban Moro, profesor de la Universidad Carlos III de Madrid, Investigador en la Universidad de Oxford y del MediaLab del MIT de Boston. “La primera revolución llegó hace unos años con el almacenamiento de inmensas cantidades de datos procedentes de las huellas electrónicas que todos dejamos. La segunda, procede de la capacidad que tanto empresarios como usuarios o investigadores tienen para analizar estos datos. Esta segunda revolución procede de los algoritmos súper capaces y de lo que algunos llaman inteligencia artificial”, circunstancia que para Miguel Ángel Luengo, director Científico del Global Pulse, nos puede servir para entender mejor “qué está pasando”, y responder a preguntas como “qué dice la gente” o “qué piensa la gente”, ver lo que antes no podía verse  y poder así monitorizar, medir y evaluar programas de desarrollo o el impacto de iniciativas.

En la administración pública, a todo nivel, las competencias para trabajar con estos insumos resulta indispensable, en un universo de reformas, de legislación para diversos problemas emergentes, en una sociedad compleja, actuar sin todos los elementos relevantes resulta en consecuencia irresponsable, o a lo menos negligente.

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