Hubo una noticia esta semana que, a falta de titulares rimbombantes, escándalos desatados o macabros desenlaces, bien podría pasar desapercibida para la mayoría: los resultados del último Estudio de Percepción Empresarial desarrollado por Irade, dados a conocer el miércoles, donde se registró un favorable salto en el optimismo de los pequeños, medianos y grandes empresarios, el mejor en cuatro años, y un punto de inflexión en el estado anímico de quienes se encargan de mover al sector productivo. En efecto, si en agosto un 44% de los empresarios encuestados declaró que su empresa pasaba por una buena situación, en noviembre alcanzó un 56%, frente a un 7% que la considera mala.
Se trata de una noticia particularmente relevante, pues anticipa un cambio de percepción y una modificación en el lenguaje.Sí, porque, como desde hace siglos vienen planteando filósofos y lingüistas, el lenguaje es una herramienta clave para construir, cambiar y modelar la realidad. Por tanto, esta información anticipa un nuevo círculo virtuoso en materia de impulso del desarrollo productivo regional.
Hipótesis para esta coyuntura favorable hay varias; la más obvia, la proximidad de las elecciones de hoy, y las expectativas sectoriales de un próximo gobierno con un mayor sello pro empresa. Sin embargo, también hay otras causas que se deben considerar, y que han hecho de Bío Bío un caso bastante excepcional en el contexto nacional: que los empresarios reconocen estar en una región que se ha administrado con una visión integradora, dialogante, ajena a las retroexcavadoras que se han planteado (también desde el lenguaje, principalmente) en otras latitudes del territorio nacional.
Una muestra contundente de aquello fue el reconocimiento del empresariado a la figura de la máxima autoridad del Gobierno Regional, el intendente Rodrigo Díaz, quien se alzó como el político mejor evaluado de la Región del Bío Bío, con 25% de valoración, con 20 puntos de diferencia de quienes lo seguían en la lista, y 7 puntos más que en la encuesta anterior.
Y es que pese a que Rodrigo Díaz no del tipo de autoridades que acapare portadas por sus declaraciones o perfil, ha logrado consolidar un sello donde el diálogo y el sentido de trabajo conjunto han prevalecido, más allá de diferencias partidarias o gremiales, lo que fue reconocido en la medición efectuada por el mundo del emprendimiento.
Tras de esta valoración se encuentran una serie de hitos dentro de la administración Díaz, partiendo por la Estrategia Regional de Desarrollo, una hoja de ruta orientada hacia cómo Bío Bío aspira a ser el 2030 y el camino para lograrlo. O el puntapié inicial del Parque Científico Tecnológico, iniciativa que podría ser vital para el cambio de orientación de la región hacia la producción de ideas, ciencia, tecnología e innovación, aprovechando el capital humano de las universidades. O el posicionamiento paradiplomático que logró la región con la poderosa provincia china de Hubei, y que se coronó con un inédito Bío Bío Week en Wuhan, en el que participó una delegación de 70 personas, encabezada por el propio intendente, siendo más de 40 de ellas empresarios interesados en colocar su producción en el mercado chino. O el interés concitado por los cerca de mil asistentes al lanzamiento del Clúster de la Energía, el mes pasado.
Este optimismo, fundamentado en una relación de confianza y de trabajo mancomunado entre los sectores público, privado y la academia, son un valor agregado del Bío Bío que debe mantenerse, cualquiera sea el color de quienes asuman el próximo gobierno de Chile, y en especial del Bío Bío. La ciudadanía y las fuerzas vivas deben velar porque así sea.