Editorial

El sentido y la utilidad de la acreditación

Por: Editorial Diario Concepción 23 de Septiembre 2017
Fotografía: Copesa

La Comisión Nacional de Acreditación se ha planteado como desafío establecer  la promoción y reflexión en torno al aseguramiento de la calidad en Educación Superior, introduce así una nueve serie de cuadernillos que incluyen trabajos de investigación sobre este ámbito, después de transcurridos más de 10 años de la implementación de estas políticas en nuestro país.

Para el ciudadano común, el funcionamiento de este organismo tiene relación con la dicotomía de considerar a las instituciones de educación superior como acreditadas o no, en términos gruesos, separarlas, entre las que han podido o no demostrar que tienen lo que es necesario parar dar debido cumplimiento a los productos académicos que han ofrecido a sus eventuales estudiantes.

Con el paso de las años, el conocimiento de esta diferencia ha ido ganando espacio, pero, por sobre todo, ha estimulado a las instituciones a profesar una cultura de calidad, a tener como objetivo una evaluación permanente y continua de lo que se está haciendo, no solo para garantizar que los planes y programas de estudios permitan entregar las herramientas que los alumnos buscan, sino asegurar que esa formación sea relevante a las necesidades del país.

También para a ciudadanía, especialmente la con más altos niveles de educación, la acreditación tiene otros indicadores, por una parte, el número de años de acreditación, que mientras más  alto mayor la calidad adquirida de modo dinámico y sostenible y por otra, la naturaleza de su quehacer, si se trata de docencia universitaria o técnica de pregrado, o es además igualmente acreditable su producción científica, la vinculación con el medio y su nivel más alto de formación, representado por doctorados.

Con lo mucho que se ha avanzado, conseguir por ejemplo que los egresados de la Educación Media prefieran instituciones acreditadas, hace falta mucho para que cada postulante esté capacitado para reconocer la multiplicidad de indicadores de calidad que las diversas instituciones poseen, una competencia que resulta particularmente crítica a la hora de tomar decisiones complejas, con el agravante que estas suelen adoptarse en períodos altamente acotados.

Con el propósito de verificar el valor de estos procesos, el sociólogo de la Universidad de Chile Víctor Orellana y colaboradores, pusieron a prueba su impacto  en una investigación para comprender “el sentido y la utilidad atribuida por las personas a la acreditación de programas e instituciones”, aunque limitado solo a la población de la Región Metropolitana.

Entre otras variables, según los resultados de esta investigación, el significado de la acreditación es diferente para los segmentos altos con experiencia en educación universitaria y el estudiante nuevo de  clase baja. Para los primeros la acreditación es relativa, ya que tienen su propio mapa mental de las instituciones, generalmente las más tradicionales  y prestigiosas, con las cuales las familias resultan vinculadas por generaciones, a diferencia de los últimos, para quienes la acreditación de la institución y la carrera tienen un peso innegable. Especialmente para los recién llegados al ámbito de la educación terciaria, la acreditación resulta una orientación vital, integrando en el proceso a su colegio, sus amigos y familias.

El aseguramiento de calidad tiene que evolucionar para hacerlo cada vez más consistente y confiable, quienes acrediten deben tener ese propósito y no otros, que podrían utilizar la acreditación como una herramienta para fines distintos.

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