Editorial

La generosa respuesta ciudadana ante las catástrofes

No es el momento de los juicios, es el tiempo de sacar del peligro a las regiones chilenas amenazadas por el fuego, y acudir con fuerza y eficiencia en ayuda de damnificados.

Por: Diario Concepción 01 de Febrero 2017

Lo que se está viviendo en el país en estos días aciagos es, además de los daños enormes, la vitalidad de Chile y su gente. Ante la desgracia, los chilenos, auténticos hijos del rigor, no pierden el tiempo en vacilaciones o cálculos, sencillamente se vuelcan con generosidad para ofrecer ayuda, sorprendiendo siempre a las organizaciones que ya debieran tener asumida esa voluntad de respuesta y no ser sobrepasados por una realidad que se despierta en corto tiempo cuando algo aflige a la comunidad. El voluntariado emerge con emocionante rapidez, generosamente, y es necesario encauzar esa fuerza para que sea eficiente y recompensadora.

Las circunstancias que vive gran parte del país son abrumadoras. Los ejemplos en esta región sirven para entender lo que están enfrentando nuestros connacionales en otras partes del territorio, con pueblos arrasados y pérdidas de todo lo que habían logrado conseguir en años de esfuerzo, a veces, en más de una vida.

En una de las circunstancias más graves se encuentran las localidades de Dichato y Menque. La primera afectando, precisamente, a quienes habían decidido radicarse en altura, después de haber sufrido los efectos del terremoto y tsunami del 2010, sin poder saber que allí les esperaba el riesgo de los incendios forestales. En este momento se han evacuado más de 800 familias ante el avance del fuego.

El escenario es dantesco, el fuego en la zona forma parte de la peor ola de incendios que ha sufrido Chile en su historia, con un balance de once muertos y más de 400.000 hectáreas calcinadas. Los alcaldes de las comunas no cesan de añadir nuevos sectores amenazados, con comunidades sorprendidas con nuevos brotes de fuego cerca de sus viviendas; sitios a los cuales acuden, como a otros numerosos lugares, los brigadistas de la Corporación Nacional Forestal, bomberos, policías y las comunidades aledañas, con los implementos que encuentran a mano.

Como debió haber ocurrido desde el principio, la llegada de grandes aviones renovó la esperanza de ganar una batalla con contendores de fuerzas muy disímiles, los resultados con este nuevo y esperado recurso pusieron de manifiesto, con dolorosa evidencia, la básica ignorancia o el empecinamiento de autoridades que debieron haber estado mucho mejor informadas de lo que estaban, o como mínimo, con menos prejuicios para aceptar ayuda ofrecida buenamente. Hay explicaciones pendientes para la resistencia y falta de cortesía ante el ofrecimiento del avión Supertanker, tanto como la demora en conseguir los elementos más eficientes.

No es el momento de los juicios, es el tiempo de sacar del peligro a las regiones chilenas amenazadas por el fuego, y acudir con fuerza y eficiencia en ayuda de damnificados; las familias primero y las fuentes de trabajo y producción después, conseguir toda la colaboración posible. 

El lado oscuro de toda desgracia de esta índole son aquellos seres que buscan el dolor y el daño a los demás, o se aprovechan de la condición de urgencia y lucha para robar o lucrar abusivamente ante necesidades sin otra opción. Es aquí donde resulta inestimable el uso de la fuerza por los organismos de la democracia, como la acción decidida del Jefe de Zona de Catástrofe en la región del Bío Bío, para establecer las necesarias restricciones.

La región ha dado la bienvenida a personas de países amigos que han venido a colaborar, llegará también la hora de responder.

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