Editorial

La evolución del pensamiento ciudadano

Para el ciudadano común, estos resultados no son sorprendentes, como no lo son los bajos niveles de estimación de la clase política, a tal punto que declarar no ser político parece ser una apreciable ventaja comparativa.

Por: Diario Concepción 22 de Noviembre 2016

Las sociedades evolucionan, lo han hecho históricamente siempre, es parte de un resultado esperable de colectivos humanos de infinitas variables individuales, no es de extrañar que hacer pronósticos sobre el comportamiento de estos colectivos sea un oficio de dudosa exactitud, más aun cuando los cambios sociales resultan en transformaciones dramáticas y en pocos años los paradigmas de una sociedad son modificados o remplazados.

En ese contexto, para mejor entender como nuestra sociedad siente con respecto a determinados asuntos comunes, las consultas públicas, como encuestas de metodología consistente, son particularmente elocuentes. En la llamada Encuesta Nacional Bicentenario, efectuada por la Universidad Católica y GfK Adimark el año recién pasado, cuyos resultados se han revisado recientemente, es posible observar tendencias que bien merecen ser tenidas en consideración, ya que describen cambios ocurridos en el cuerpo social chileno en sólo una década, particularmente en tres ámbitos críticos; expectativas económicas, movilidad social y democracia.

Así, en el lapso de una década, se ha incrementado el pesimismo. Aparentemente, los chilenos han perdido mucho de las expectativas que tenían en la capacidad de alcanzar las metas que conducirían al desarrollo, como eliminar la pobreza y reducir la desigualdad de los ingresos. Entre el año 2009 y 2015, la opinión sobre las posibilidades de que cualquier trabajador adquiera su propia vivienda bajó de 55 a 40%. Que la clase media pase a muy buena situación económica cambia de 49 a 31%, en igual lapso.

Sin embargo, a pesar de lo anterior, aunque con leve baja, la experiencia de movilidad social ascendente y la expectativa de que mejorará en el futuro, continúa siendo predominante. Cada vez una mayor proporción de chilenos considera que vive mejor que sus padres a igual edad, efectivamente, en lo relativo a ingresos de 47 en 2007 a 60% en 2015, estiman sus ingresos mayores que los de sus padres, como ocurre con la mejor calidad de la vivienda, de 50 a 60%, en esta década.

En el terreno de la democracia, todas las instituciones han sufrido castigo expresado en pérdidas de la confianza pública, incluyendo las FF.AA y los medios de comunicación. La percepción de la democracia como la mejor forma de gobierno ha sufrido también una disminución ostensible, aunque sigue siendo una convicción mayoritaria entre los chilenos, de 73% el año 2006 a 67% el año pasado.

Algunas opiniones resultan clarificadoras para tomar el pulso a los sentimientos ciudadanos al respecto. Por ejemplo, que para proteger nuestra democracia se deberían prohibir los grupos que promueven la violencia, 81%, o el 69% de quienes estiman que para detener el crimen algunas veces hay que pasar por encima de los derechos de los delincuentes.

Para el ciudadano común, estos resultados no son sorprendentes, como no lo son los bajos niveles de estimación de la clase política, a tal punto que declarar no ser político parece ser una apreciable ventaja comparativa.

En un escenario como ese, con días menos de un año para elecciones presidenciales, el 19 de noviembre de 2017, los comportamientos y procederes de los candidatos será rigurosamente evaluados por los ciudadanos, incluyendo las conductas de sus grupos de soporte, es una oportunidad para acercar la confianza y aumentar la fe en la capacidad de la democracia para repararse a sí misma.

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