Editorial

Mala distribución de riqueza, cuento viejo

Por: Diario Concepción 02 de Agosto 2016

En la Roma clásica quien ejercía el dominio, sin falsos rubores, era una elite que se perpetuaba a sí misma, delimitada y definida por la riqueza, la tradición, la sangre y el poder, sus miembros se distribuían en los tres "ordines" en la que estaba dividida. La orden senatorial, la más elevada en lo socio-político, la orden ecuestre, centrada en la riqueza antes que el poder político y la decurional los más acaudalados distribuidos en todas las regiones del imperio.

El número de miembros de estas tres órdenes no ascendía a más de cien o doscientas mil personas, menos del 0.5% de la población del imperio, entre ellos se tenía en cuenta sólo a los hombres adultos, o sea, unos 40.000. Si el territorio romano de entonces tenía una extensión calculada de cuatro millones de kilómetros cuadrados, había entonces un hombre adulto respetable por cada 96.5 kilómetros cuadrados. Puede ser que actualmente estas proporciones de respetabilidad hayan experimentado cambios notables, pero hay una posibilidad que se preserve la condición de pocos famosos y muchos anónimos.

El asunto que importa es que ese 0.5% tenía un impacto increíblemente poderoso sobre el resto del anónimo 99.5% restante. En la parte de recursos monetarios, el factor no siempre debidamente transparente al hablar de historia, se daba lo de siempre: el poderoso caballero es don dinero, según el castizo y sarcástico Francisco de Quevedo.

La elite en su conjunto manejaba el 80% de la riqueza, eran los denominados honestiores, los honorables y todo el resto, es decir, el 99.5%, eran los humeliores, seres inferiores. Palabras que actualmente se transformaron en ambiguas, sobre quién es honesto y quién humilde en lo que se refiere al dinero.

 

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