Economía y Negocios

El Biobío planta cara a la peor crisis de empleo en su historia

Una crisis sin precedentes, afirma la OIT, y la peor en los últimos 120 años, señala la Cepal. Los principales organismos internacionales coinciden en que el shock que produjo el Coronavirus en la economía afectó con más crudeza al empleo que en cualquier crisis anterior, debido a las restricciones sanitarias, y afectando sobre todo a mujeres y jóvenes.

Por: Diario Concepción 27 de Diciembre 2020
Fotografía: Carolina Echagüe M.

Sebastián Henríquez
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“La crisis sanitaria se convirtió, rápidamente, en una crisis en la ocupación y una crisis de ingresos”. Esta frase describe el efecto de la pandemia de Covid 19 en la economía y el empleo chilenos en el 2020; y lo llamativo de ella es que pudo haber salido de un informe del Instituto Nacional de Estadísticas, de la declaración de un alcalde o un parlamentario, en el reclamo de un dirigente sindical o de un ciudadano común y corriente, sin variar su contenido.

Y cómo podría, si los efectos del coronavirus en la situación económica y laboral son descritos uniformemente, sin importar el sector, como malos.

La frase, en todo caso, viene de un informe que la Organización Internacional del Trabajo (OIT) emitió a fines de noviembre para referirse a la situación chilena.

El documento se llama “Chile – Impacto de la Covid-19 sobre los mercados de trabajo y la generación de ingresos”, y entre otros análisis, compara las últimas tres crisis económicas que ha vivido Chile: la Crisis Financiera del 2009, la Crisis Asiática de 1999 y la Crisis de Deuda de 1982, con la que produjo la pandemia en 2020.

La conclusión es lapidaria.

Ninguna de las anteriores crisis ha afectado tanto el empleo como la actual y, encima, plantea la OIT, la peor parte se la han llevado mujeres y jóvenes.

Un segundo informe, esta vez de la Cepal, plantea que se trata de la peor crisis de empleo en los últimos 120 años, y que las mujeres se han llevado la peor parte, pues han perdido más empleos que los hombres.

La explicación, según la misma Cepal, está en el cierre de establecimientos educacionales y de necesidad de cuidado personal que representan las personas enfermas. Ante ello, las mujeres sufren la presión de dejar sus trabajos para asumir un rol en el hogar.

Otra diferencia grave es que en los casos anteriores, una baja en el empleo formal iba seguida de un alza en el empleo informal. Esto es, contratos a corto plazo, generalmente en el comercio o en el agro. Pero con la baja en la actividad económica que trajo el Covid, también hubo una merma en esta área.

En el Biobío esto ha sido especialmente pronunciado. Según el INE, la desocupación llegó al 10.5%, tres puntos más que hace un año, y la ocupación informal se redujo en un 27%.

Son, según la Seremi del Trabajo, 122 mil empleos perdidos en un año, que no han podido reubicarse.

¿Dónde están?

Según el Banco Central, la crisis económica se ve agravada por las medidas que han debido implementarse para contener el avance de la pandemia.

“Un caso llamativo de estos efectos ha sido la fuerte caída que muestra el empleo por cuenta propia, que regularmente actúa como amortiguador en épocas de contracción económica, y que se ha visto impedido de ser realizado por las restricciones sanitarias”, describe un informe emitido por el organismo en agosto.

Esto significa que las personas que han perdido sus trabajos, han tenido que buscar alternativas diferentes a las de hace algunos años.

Para Marcelino Vallejo, dirigente del comercio ambulante con 42 años en este oficio, está claro dónde fueron a dar muchos de esos empleos.

“Solo recuerdo un año en que se juntó más gente en el paseo Barros Arana, pero a diferencia de este, ese fue un año en que dieron permisos. Es evidente que aumentó harto la cantidad de personas que tuvo que venir acá a vender cosas”, describe Vallejo.

El comercio informal acogió una buena parte de las personas que quedaron sin empleo debido a la crisis. Es un fenómeno que Vallejo conoce.

“Conozco de todo tipo de casos. Una señora, hace unos completos súper ricos que los vende acá cerca. Ella trabajaba en un local del centro…. ese local quebró y ella que se sabe la receta, se puso a venderlos ahí mismo, pero afuera. Le va bien”, describe.
Y hay más.

“Hay otro tipo de ambulante más, que es igual a uno, pero más moderno. Ellos trabajan por redes sociales, les pagan con transferencia y van a dejar a la casa… Mira, la gente se quedó sin trabajo, sin seguro y tuvo que inventarse algo”, asegura.

La necesidad agudiza el ingenio, reza el refrán. Y la pandemia ha demostrado cómo, frente a una realidad laboral adversa, los ciudadanos se reinventan, volcándose al comercio ambulante, a la venta de productos o servicios a través de redes sociales o colaborando en alguna aplicación de transporte o de reparto.

Se trata de soluciones temporales que, aunque contribuyen a paliar los efectos del desempleo en las familias, son precarias, advierten organizaciones sindicales.

Mal reparto

Eloy Silva, presidente provincial de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), no necesita estudios para abordar el efecto de la pandemia en el empleo: el mismo fue despedido en medio de la crisis.

“No solo vemos cómo ha golpeado duro el desempleo, estamos frente a una precarización que no tiene precedentes”, asegura.

“Las aplicaciones no tienen contrato, la gente trabaja como colaborador, sin seguro ni nada. No hay regulación firme para el teletrabajo y hay muchos que están bajo una Ley de Protección del Empleo, que no es efectiva”, acusa.

Según el dirigente, se podrían haber tomado medidas más efectivas si es que el Gobierno se hubiera abierto a conversar con sindicatos y empresas. Eso, dice, no ocurrió.

“En el momento en que se produjo el impacto del Covid, debió haberse formado una triada con gobierno, trabajadores y empresarios, para cuidar dignidad en el trabajo, seguridad, sueldos, los derechos laborales y los convenios internacionales”, se queja.

“Y disposición a conversar siempre hubo, porque la situación era grave”, manifiesta.

Por añadidura, dice Silva, las medidas que tomó el Gobierno buscaron proteger el empleo, a través de las empresas.

En parte, tiene razón. Entre las medidas con que se buscó paliar la crisis destacan la eliminación del impuesto de Timbres y Estampillas por seis meses, y la postergación del pago de IVA y del impuesto a la renta para las Pymes.

Pero ello tiene una serie de motivos, responde la seremi de Trabajo, Sintia Leyton. “Nos hubiera gustado poder hacer más, pero es un tema global”, asevera Leyton, aclarando que la pandemia plantea desafíos cuyo alcance supera incluso la capacidad de respuesta de países con un presupuesto mayor al chileno.

“La Ley de Protección del Empleo permitió salvar 43.000 puestos de trabajo en la región, y con ello los respectivos derechos laborales”, sostiene Leyton.

“Se aprobó una Ley de Teletrabajo, que permitió mantener la productividad de las empresas y salvaguardar puestos de trabajo, y no olvidemos la Ley de Crianza Protegida, que vino a dar una respuesta a la realidad de tener a los niños en casa”, añade Leyton que, como madre de dos niños, de tres y seis años, conoce bien el impacto que tuvo esta legislación.

Según la seremi, en 2021 habrá mejoras. “Tenemos 3.400 empresas acogidas a subsidios, y eso impactará en 15 mil empleos”, sostiene.

Lo que viene

El Banco Central, la Cepal, el FMI y otros organismos internacionales son optimistas, aunque con resguardos, con lo que viene en 2021.

En el caso de Chile, y en especial la región del Biobío, se espera que la aplicación de un plan de inversiones contemplada en el Acuerdo Nacional que suscribió el Gobierno con la oposición, revierta las cifras de desempleo.

Se trata de un plan que, con un costo de USD$34 millones, prevé la construcción de viviendas, obras viales e infraestructura de riego. Para mejorar su impacto en el empleo, incluye incentivos como subsidios a la contratación de mujeres y jóvenes.

Retiros y préstamos individuales superan aporte del Estado

Se trata, por lejos, de la mayor contribución a la crisis, sólo seguida por el Fondo de Garantía para Pequeños Empresarios, que corresponde al 29,7% del total. En tercer lugar, están los préstamos que las familias han tomado en medio de la crisis.

Las cifras, provenientes del informe de la OIT, no contemplan el segundo retiro del 10% de los fondos previsionales, actualmente en curso.

Según dirigentes como Eloy Silva, esta situación grafica el poco compromiso con soluciones concretas al problema del desempleo, que han tenido desde el Gobierno.

FUENTES:
www.ine.cl
www.diariooficial.cl
www.ilo.org
www.bcentral.cl
www.cepal.org

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