Aseguran que el IFE no ha alcanzado a más del 50% y que beneficios como el retiro del 10% no aplica para el sector. Lo prolongado de la crisis sanitaria obliga a otras medidas.
Difícil momento está pasando la pesca artesanal de orilla, algueras, buzos mariscadores, recolectores de orilla, algunos de los cuales poseen embarcaciones pero menores de 12 metros.
Son ellos los que de la mano del turismo, lograban las entradas económicas que les permitía sortear sus propias necesidades.
El presidente de Ferepa, Hugo Arancibia, ya había alertado de la fragilidad del sector frente a la pandemia y sus restricciones sanitarias, que impiden el desplazamiento de personas a las zonas costeras, provocando la ausencia del poder comprador.
La emblemática dirigenta del sector, Sara Garrido, explica que el problema es que la emergencia se ha prolongado por mucho tiempo, entonces los pescadores que tenían su pequeño emprendimiento gastronómico o que se dedicaba a la venta directa en caletas, ve cómo las restricciones ahuyentan al poder comprador.
“Al no haber turismo, los restoranes que nos compraban ya no lo están haciendo, y los fines de semana, cuando se podría esperar vender algo de producto, sólo se ve a la autoridad fiscalizando, pero nada de turistas”, afirma la dirigenta.
Sara Garrido dice entender lo de la fiscalización, pero a su vez, asegura que la prolongada pandemia, ya está haciendo estragos en la economía de las familias que viven de la pesca artesanal a pequeña y mediana escala, porque los más grandes, les ha ido muy bien con la temporada de sardina y anchoveta.
“El problema es que nos dijeron que no podíamos trabajar, pero que iba a legar el famoso IFE, pero éste no ha llegado en forma oportuna ni masiva, por lo que el problema se mantiene”.
Además, se desnuda otro problema de siempre del sector: su frágil cobertura en seguridad social, lo que les ha impedido ser beneficiarios del retiro del 10% de los fondos previsionales.
Garrido dijo que es partidaria de que haya una organización a nivel de los gobiernos comunales, que conocen más la idiosincracia de los distintos territorios, y que sea la comunidad junto a éstos, quienes se organicen para estos meses de verano que son cruciales para el sector. Y que no se sigan dando directrices desde el nivel central.
Un mes antes de que la pandemia por Covid 19 fuese una emergencia sanitaria en el país, Sernapesca lanzaba su programa Caleta más cerca, que no tenía otra ambición más que acercar a la institución pública a los territorios costeros donde trabajan y viven los pescadores artesanales, buzos, recolectores de orilla y algueras, con el propósito de establecer facilidades para el cumplimiento normativo pesquero, dado su especial compromiso con la pesca artesanal.
Una de las primeras medidas implementadas con sectores alejados de las oficinas de Sernapesca, fue establecer la mensajería instantánea y los contactos por teléfono para poder entregar información normativa, asesorar sobre la declaración de extracción de recursos, entre otros. La misión era una sola, explican: el Estado a través del servicio a disposición del sector pesquero artesanal.
Las iniciativas innovadoras se repiten en varias regiones del país, en Biobío se confeccionan cápsulas informativas que se distribuyen por mensajería, además de establecer buzones en caletas pesqueras artesanales aisladas. En Caleta Perales de la Comuna de Coelemu, los funcionarios se conectan mediante video llamada para enseñar y acompañar a los pescadores en sus trámites, evitando que incurran en incumplimientos por desconocimiento o falta de apoyo”, informó la directora nacional del servicio, Alicia Gallardo.