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La despedida de un explosivo del tatami universitario

El chorero cursa su último año de Ingeniería Comercial en la Udla, casa de estudios con la que se convirtió en uno de los mayores protagonistas de su disciplina en el torneo Adesup y de la liga de educación superior, donde alguna vez supo ser vicecampeón nacional.

Por: Samuel Esparza 26 de Julio 2021
Fotografía: Cedida

Tal como en la historia bíblica del ‘Hijo Pródigo’, Fernando Stange (27 años) también supo de despedidas y retornos jubilosos. Partió muy niño en el taekwondo, a eso de los siete años con el profesor Mario Monsalves en el Club Tigres Negros de Denavisur. Pero lo dejó cuando tenía 10. A esa altura, el fútbol era lo que más le atraía, así es que cambió los dojang por la tierra de las canchas amateurs, donde rápidamente comenzó a destacar como un fiero volante de contención. Porque definitivamente lo suyo tiene que ver con la aspereza, el deporte con contacto físico

Comenzaba el 2017, y un sobrepeso evidente producto de “dos años de jarana increíble”, como el mismo reconoce, y que ni siquiera aplacaban las pichangas de barrio, lo hicieron acordarse de ese primer ‘amor’, y decidió retomar el taekwondo. Para aquello fue fundamental su paso por la U. Federico Santa María donde conoció a la reputada entrenadora, Viviana De la Rosa, quien le abrió de par en par las puertas de su abandonado deporte.

Ese mismo año y ya como alumno de la Udla, continuó bajo las órdenes de la profesora, quien lo hizo transitar a la velocidad de la luz desde un estado de hobbie hasta un plano competitivo, y al más alto nivel. “A ella le debo mucho porque me abrió una puerta que yo pensé tenía cerrada. Agradecido siempre de ella, me dio una oportunidad y creo que la aproveché bien”, señala sobre la entrenadora.

Protagonista de Adesup

Puede parecer increíble, pero durante ese mismo 2017, y luego de largos años sin contacto con los tatamis, Fernando Stange se convirtió rápidamente en figura del circuito universitario en la categoría sobre 80 kilos.

“Fue bien notable, porque ese mismo año competí en nueve torneos y terminé ganando ocho de ellos, incluyendo el Regional Adesup. Y lo mejor de todo es que incluso logré llegar a las semifinales en el Nacional”, comentó.

El 2018 sufrió una lesión de rodilla que lo tuvo dos meses inactivo, situación que logró dar vuelta y nuevamente meterse entre los destacados del certamen universitario. “Me dieron de alta un jueves, entrené al día siguiente y el sábado me fui a competir así nomas, sin estado físico ni nada, y terminé segundo. Eso pasa porque cuando me toca competir en algo que me apasiona, no pienso y me lanzo nomás”, sostiene.

“Yo empecé a competir estando recién en la universidad porque cuando chico, por edad, nunca pude hacerlo. Recuerdo que mi primer torneo fue el 2017 en la Copa Acero de Huachipato, y fue fundamental porque me di cuenta que soy bueno en competencia, tomé mucha confianza”, complementa.

Experiencia para siempre

El tercer lugar nacional de 2017 en Linares, encabeza los buenos recuerdos de Fernando en Adesup. Compartir con figuras de la talla de Fernanda Aguirre (clasificada a Tokio), la histórica Victoria Álvarez, Sebastián Navea o el medallista panamericano, Ignacio Morales, canalizaron los objetivos del chorero. Sumado a los dos títulos regionales (el último en 2019), significan sus mejores resultados en un circuito universitario que dice significó mucho para su vida en general.

“La experiencia en Adesup fue súper rica, porque me dio la posibilidad de conocer gente, amigos que traspasaron el deporte. El circuito se convierte en algo casi familiar, una costumbre sana de estar haciendo deporte y en constante competencia, lo que ayuda a la mentalidad en términos generales”, manifiesta.

Y agrega, “son esas experiencias que te marcan para siempre. Yo podré decir que estudié en la universidad, pero que también competí, conocí otros lugares gracias al deporte, que me enriquecí como persona, y hasta adquirí cultura”.

Su increíble 2017 le permitió además ganar la beca Espíritu Deportivo de la Udla, con lo que se vio beneficiado en todos los ámbitos.

Hoy, en su último año de carrera, combina el trabajo (en una salmonera de Puerto Montt), sus estudios vespertinos y la pasión deportiva que según asegura, ya es parte de su vida, y que pretende mantener por siempre.

“Este periodo de pandemia fue muy difícil porque uno tiene adquirido el hábito del deporte. Afortunadamente tengo un saco en la casa y ahí pude seguir activo. Ahora, cuando egrese, la idea es seguir creciendo, no me detendré, soy cinturón verde punta azul y por supuesto que hay que seguir evolucionando”, reconoce.

“Por eso el consejo para los que están recién partiendo, es que practiquen deporte porque verán beneficios en todos los sentidos. Desde la salud, hasta la opción de entrar a una universidad con una beca. El deporte es vida, eso lo sé por experiencia propia”, finaliza

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