Huachipato viajó a Viña del Mar con un solo objetivo en mente: sellar su clasificación a la Copa Sudamericana de mano propia y coronar así una levantada memorable de la mano de su cuerpo técnico de emergencia liderado por Juan Luvera. Y la ilusión era alta, no por nada venía de derrotar al encumbrado Palestino en la fecha anterior.
Pero la irregularidad es la tónica de este pandémico campeonato, bien lo sabe el equipo acerero que vivió dos partidos en uno ante Everton. Porque los primeros 15 minutos auguraban otra jornada redonda luego que tres llegadas claras hicieran tambalear el arco de Johnny Herrera. Valenzuela primero, y Sánchez Sotelo por dos, con palo incluido, daban cuenta que los siderúrgicos entendían perfectamente su responsabilidad y actuaban en consecuencia.
Hasta que llegó el golpe que cambió todo el panorama. Recuperación en campo propio, salida rápida por la izquierda a cargo de Zúñiga quien con todo el tiempo del mundo centró cruzado para que Marcos Sebastián Pol anotara el 1-0. Claro, con complicidad de Oyarzún a quien sobró el balón.
Después de eso, otro partido. El circuito formado por Altamirano, Valenzuela, Martínez y Sánchez Sotelo, que cada vez que se encontraba era sinónimo de peligro en la zaga viñamarina, no se encontró más. Aquello bastó para que los dueños de casa administraran la ventaja, se despidieran con una victoria de un campeonato sufrido, dejando a Huachipato al arbitrio de los resultados de la tarde.
En un cierre dramático del torneo, finalmente Huachipato terminó celebrando. La derrota de Santiago Wanderers a manos del descendido Iquique y el empate de O’Higgins frente a Colo Colo, abrieron las puertas de la Sudamericana de par en par para los siderúrgicos. Premio para un Juan Luvera que se ganó con creces la oportunidad de seguir en el banco acerero.