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Macarena Quero, nadadora: sonrisas al mirar su espejo de agua

Por: Paulo Inostroza 26 de Mayo 2019
Fotografía: Carolina Echagüe M.

Macarena tiene 29 años, nació en Concepción y pasó gran parte de su infancia en Angol. Nació sin su mano izquierda, a causa del síndrome de Poland, pero nunca le ha sido impedimento para lograr sus sueños. Todo lo contrario, se motivó aún más para demostrar que ninguna meta es imposible con esfuerzo, trabajo y ganas. Y eso que no solo se trata de su mano, sino de un problema muscular que trae otras consecuencias, como molestias a la cadera y otros inconvenientes respiratorios. Pero en el agua, la “Maca” fluye, se tranquiliza y a la vez domina todo. Mira hacia adelante, mueve los brazos y sabe que cuando levante la cabeza por última vez será la primera en llegar. Generalmente es así.

“Dicen que cuando una va a morir ve toda tu vida pasar en un minuto. Bueno, eso pasa de alguna forma cuando estoy en el partido y viene una prueba. Pienso en mi familia, la gente que me ha apoyado durante mi carrera, los entrenadores. En todo. Y, de pronto, te tiras al agua y solo piensas que tienes que hacer lo que mejor sabes”, confesó antes de Toronto 2015. Un buen resumen de lo que significa la natación para ella y cómo la vive en cada competencia.

Empezó a nadar desde los 4 años, instancia que se gestó gracias al trabajo de su papá. A los 14 decidió probar suerte en Concepción y, además, comenzaron los primeros viajes de manera más constante a Santiago. Macarena estaba dividida entre tres ciudades, pero el desafío nunca la intimidó. Estudió Pedagogía en Educación Física en la UdeC y siempre ha recordado que sus éxitos no fueron inmediatos, que en ese tiempo hubo muchas competencias importantes a las que no clasificó o donde fue y no obtuvo los resultados esperados. Aun así, siguió braceando.

Y los éxitos comenzaron a sucederse, el sacrificio dio frutos y los podios y preseas se transformaron en una constante en su vida. El Parasuramericano de Santiago 2014 fue tal vez su momento de explosión, se trasladó a la capital para desarrollar mejor sus habilidades y posteriormente tomó sus maletas para radicarse en Brasil y subir otro peldaño.

“Si no hubiese nacido con este síndrome, quizás no hubiera conocido nunca este deporte. La competencia paralímpica es un mundo mucho más amigable que el mundo convencional, porque todos tenemos otra experiencia de vida. Ser deportista en Chile es difícil, ser deportista paralímpico es aún más difícil. A veces hay que guiarse más por el corazón que por la cabeza”, comentó hace un par de años.

Trabajó en el Instituto Inrpac, donde realizó rehabilitación con natación a personas con discapacidad y en el Subercaseaux College, también en esta disciplina. Hace una semana atrás fue la gran estrella de los Juegos Paranacionales, en Santiago, logrando tres medallas de oro y consiguiendo la marca para los próximo Juegos Parapanamericanos del próximo año. “Quiero seguir disfrutando lo que hago y mejorar”, dijo tras este éxito. Luego se lanzó al agua y alzó un brazo, después el otro, y sonrió mirándose en el espejo, de agua.

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