Juntó plata trabajando y apoyada por la gente de un Club de Boxeo. Asegura que de la municipalidad prometieron hasta pasajes y no le llegó nada. Ahora está viajando, por otra medalla.
Rocío Muñoz fue plata en el Mundial de Italia, en noviembre 2017, y su nombre apareció tímidamente en algunos medios de comunicación. “En ese momento, nos llamó la municipalidad de Chiguayante, nos nombraron en una fiesta y me prometieron plata para los pasajes y algo para el viaje. Solo hicieron el show y después de varios meses llamando, me dijeron que no había presupuesto”. Así que la especialista en pesas rusas se las arregló por las suyas, como acostumbra, y juntó peso a peso. Ayer viajó a Rusia y tardará cuatro días en llegar al epicentro de una nueva competencia mundial. Con su entrenador, un compañero de disciplina y unas cuantas lucas “para salvar”.
Será la única exponente sudamericana en este Mundial de kettlebell -se realizan cuatro al año y, por presupuesto, solo puede ir a uno- donde sus rivales más fuertes serán “seguramente, China, Finlandia, Lituania y las rusas. Esta vez estará mucho más duro, pero confío en subir mis marcas y volver con alguna medalla. Me he preparado harto, entrenando todos los días en el gimnasio de San Pedro de la Paz, aumenté mis cargas y el Nacional de Chillán me sirvió harto para irme midiendo”.
En algún momento, viajar parecía una meta casi imposible. “Postulé también a un dinero a través del IND, pero se lo ganaron otros deportistas. No tengo problemas con eso, mientras le sirva a otro que está en la misma. Los pasajes costaban más de un millón 200 mil pesos, así que busqué bien anticipadamente, en un cibermonday. Estuve toda la noche pegada al computador, esperando que bajaran los precios a Rusia, hasta que los pillé en 900 lucas y compré. Me voy en bus a Santiago, después en avión a Moscú, con escala en Sao Paulo y Dubái. Llego a Rusia, pero después tengo que tomar un tren hacia otra ciudad, que demora un día y medio de viaje. Era la única forma. Me voy a demorar casi cuatro días en llegar al lugar del torneo”.
Por la plata ganada en Italia, tiene alojamiento asegurado. El tren le costó 90 mil pesos y lleva cerca de 300 mil pesos para gastar… Que es un monto bastante justo, pensando en la realidad rusa. De todas formas, eso le da igual. “Lo importante es que estoy. Yo hago clases en el colegio Árabe y en el Estadio Árabe, donde parto a las 11, así que llego a las 8 y me prestan la sala de máquinas. Así fui juntando mi platita. También debo agradecer a la gente del Club de Boxeo de Talcahuano, que cuando vio mi situación en la nota del Diario Concepción me ofrecieron ayuda, organizaron una velada a beneficio y juntaron más de 300 mil pesos. Se pasaron. También se sumó la kinesióloga Saray Garrido, ofreciendo su ayuda y ha sido súper importante”.
Isidoro Valenzuela M.
Pero no va sola. El profesor René Mansilla viajó unos días antes y también se sumó Sergio Inostroza, que va en calidad de invitado, pero también participará buscando una medalla. Y Rocío buscará la candidatura de maestro, que ella misma explica. “En este deporte, pasa como en el karate, por ejemplo, que tú subes de categoría y te van dando un color más en tu cinturón. Acá es parecido y yo logré el de maestro internacional en Milán, en la media maratón, que es media hora a un brazo. Ahora cambié la especialidad y voy con 10 minutos a dos brazos, es decir, con dos pesas. Eso significó una preparación que es muy distinta, pero siento que llegaré bien a la competencia”.
La pesa rusa es muy conocida en el mundo del crossfit. Se trata de una bola de hierro fundido que se toma de un asa para hacer repeticiones, en distintas categorías según peso del ejecutante y peso levantado. En este caso, por ejemplo, Rocío participará en la prueba de longcycle doble 16 kilos y snatch 16 kilos en 10 minutos. “Ahora, entrenaremos en Rusia y, si el ‘profe’ lo aprueba, iremos a snatch 24 kilos profesional”, aseguró la chiguayantina.
Y así fue a la lejana Rusia, para entrenar y luego competir desde el 10 al 12 de agosto (el primer día es solo pesaje y fichaje). Quizás vuelva con una medalla y aparezcan muchos a abrazarla. Antes de viajar, con suerte un “que te vaya bien”.