La iniciativa, organizada por Balmaceda Arte Joven en conjunto con la Embajada de Colombia y el espacio cultural La Licorera, lleva por título “Ruido Blanco” y será impartido entre el 1 y 5 de septiembre por la destacada coreógrafa afrocolombiana Andrea Bonilla Ospina. Llamado abierto hasta este 20 de agosto.
La danza, memoria y el movimiento convergen en “Ruido Blanco”, laboratorio internacional de danza afro contemporánea que llegará en septiembre a nuestra ciudad, de la mano de Balmaceda Arte Joven (BAJ), en colaboración con la Embajada de Colombia y el espacio cultural La Licorera (Cali). Iniciativa que se enmarca dentro del Año Iberoamericano de las Artes Escénicas, y que será guiada por la reconocida coreógrafa afrocolombiana Andrea Bonilla Ospina. Las inscripciones, de carácter gratuitas, se encuentran abiertas, a través de las redes sociales de BAJ Biobío hasta este 20 de agosto.
La instancia, que primero se realizará del 25 al 30 de agosto en la sede de BAJ de Santiago y luego entre el 1 y 5 de septiembre aquí en la zona, junto con descentralizar el acceso a las culturas y las artes, propone una experiencia intensiva culminando con una muestra abierta del proceso creativo, en el que se explorará cómo el cuerpo y las sonoridades pueden romper y fragmentar el ruido blanco.
“Para nosotros como Balmaceda Arte Joven Biobío tiene una enorme significación, no sólo por la calidad, la formación y la expertise de la maestra colombiana -Andrea Bonilla- que nos visita, sino porque significa institucionalmente también un signo, una valoración desde Balmaceda a la descentralización”, afirmó Pablo Gaete, director de BAJ Biobío.
En este sentido, el también escritor y gestor cultural señaló la hoja ruta y nuevas metas institucionales, al valorizar el plan de gestión de BAJ, el cual busca la internacionalización de los procesos al aunar sus acciones con otros aliados, organizaciones y entidades que trabajan con la educación artística no formal.
El laboratorio toma su nombre -“Ruido Blanco”- de un sonido que contiene todas las frecuencias audibles con igual intensidad. Se usa para enmascarar otros sonidos, creando una especie de fondo continuo que, paradójicamente, silencia todo lo que no resuena con su frecuencia. Esta idea es llevada a realidades sociales, donde no es sólo un fenómeno acústico, sino también una metáfora de las estructuras que neutralizan las voces racializadas.
En palabras de Bonilla, “este laboratorio nace a partir de una obra que trabaja puntualmente lo que conocemos, entre comillas, como microrracismos, estas expresiones que parecen invisibles, pero que van afectando día a día a personas que somos racializadas. A partir de eso nace Ruido Blanco, como una necesidad de hacer evidente o más visible lo que no percibimos socialmente”.
En cuanto a las herramientas y conocimientos que brindará la instancia, la artista detalló que “el espacio provee un lugar de reflexión profunda, pero no sólo reflexiones individuales, sino algo que creo que es más potente, que son reflexiones colectivas. ¿Cómo reajustar esto que vamos sintiendo? Creo que es el mayor desafío que tenemos como sociedad, y este espacio lo que provee es elaborarlo juntos y juntas, y ponerlo desde un lugar de habla, un lugar narrativo desde el cuerpo”.