Más que una amenaza con miras a “extinguir” las salas de cine o a la industria fílmica, lo digital hace unos años que llegó para quedarse y convivir con el resto de los soportes y la difusión de las cintas. Presencia y expansión que se ha hecho notar con más fuerza durante este tiempo pandémico.
En septiembre pasado, luego de un período de promoción vía redes sociales y una exitosa preventa, la cinta nacional “Tengo Miedo Torero” hizo su esperado estreno vía streaming y en línea con el actual panorama pandémico, que tiene la mayoría de las salas de cine cerradas y la industria fílmica casi paralizada.
Un debut que facturó nada menos que 75 mil entradas, con un promedio de 250 mil espectadores. Nada mal para una película nacional en tiempos de crisis. Un hecho que ejemplifica el rápido crecimiento y consolidación de las plataformas digitales fílmicas, una consecuencia prácticamente obvia desencadenada por el confinamiento o cuarentenas obligatorias. Otro ejemplo de este hecho, y también llevado a números, fueron los resultados trimestrales de Netflix entregados a fines del mes pasado, las cuales mostraron una ganancia de 2,2 millones de suscriptores entre julio y septiembre, y a modo general ya cuenta con un total de 195,2 millones de usuarios en todo el mundo.
A la luz de esto, y también sumado a la celebración de hoy 29 de noviembre con el Día Nacional de Cine que vivirá una jornada completamente virtual, cabe preguntarse ¿el streaming está “matando” el cine, tanto a la industria como al ritual de ir a ver una película? “La actual crisis producto de la pandemia no afecta a la industria a largo plazo, pero sí al modelo de negocios de las películas. Los estrenos recaudaban ingreso por ticket vendido en las salas de cine, en este punto el cambio de conductual ha llevado al surgimiento de innovaciones disruptivas que aportan un nuevo modo de acceso que ha cambiado la relación entre audiencia y contenido. Pero no lo veo como algo negativo, ya que el cine siempre será un panorama. Ir a ver una película en sala de cine no cambiará la experiencia por ver una película en casa o en algún dispositivo móvil”, señaló Octavio Spierccolli, realizador audiovisual penquista.
Rematando que “las plataformas de streaming son la alternativa para el ocio en casa o pasar la noche distrayéndose con una maratón de series, pero ir al cine, siempre será panorama por la emoción de estar en una sala, compartir emociones y contagiarte de risas colectivas, ir con amigos o con la pareja o ir en familia, incluso disfrutar de un tiempo solo”.
Palabras similares a lo expresado por Claudia Pino, directora del Festival Internacional de Cine de Lebu (Ficil) Claudia Pino, certamen fílmico que durante este 2020 también ha volcado su actividad a la virtualidad de su sitio web. “más bien las veo como un complemento -a las plataformas digitales- ya que apuntan a distintos públicos. La gente que tiene acceso y puede ver películas vía streaming, no necesariamente es la misma que puede ir a una sala de cine o a la exhibición de un film en una parte determinada, que a veces son gratuitas. Y viceversa, hay personas que no van al cine, pero sí tienen acceso a contenido online. Además, ahora no tenemos nada que hacer, es algo que llegó para quedarse, son sistemas que tendrán que convivir y que el público decidirá finalmente cuál utilizar o priorizar. También los productores deberán decidir cuál es su opción de distribución”.
Opinión a la que añadió que “en realidad incluso antes de la pandemia, los festivales importantes están tomando como decisión y referencia contenido de Netflix. Entonces cerrarse a esa posibilidad hoy en día no es avanzar, porque ‘ya se tomó la opción de estrenos y un montón de exhibiciones online. Lo cual tampoco limita a que posteriormente -como “Tengo Miedo Torero”- sea exhibida en salas. Este sistema ayuda a democratizar el contenido”.
Para Juan Mora Cid, cineasta local radicado en Alemania, y en la misma senda de lo expresado por Spierccolli y Pino, el streaming tiene más aspectos positivos que negativos, sobretodo para los productores independientes, que las ven como una alternativa concreta de difundir sus materiales fílmicos. “Creo que la masificación de la plataforma streaming es positiva ya que viene hoy a dar un respaldo a muchos cineastas independientes que no poseemos los recursos ni tampoco un distribuidor que pueda asegurarnos que nuestra película será exhibida en salas de cine, siendo siempre los mismos cineastas quienes gozan de este privilegio”, dijo.
Completando que “el streaming es un servicio que se viene desarrollando desde hace muchos años y que claramente, debido a la tecnología que hoy opera en todo el mundo y el contexto que estamos viviendo, ha tomado el protagonismo que buscó, convirtiéndose actualmente en la cara más visible como medio de distribución del séptimo arte”.
Matizando un poco todas éstas opiniones, es lo señalado por Javiera Undurraga, directora del Festival In-Edit -que esta semana desplegará su décimo sexta versión casi en su totalidad vía streaming– quien expresó que “el cine hace tiempo está en crisis y esta pandemia ha ayudado a agudizar aún más la situación, sobre todo para las salas de exhibición. Para todos los amantes del cine, no hay duda que la mejor forma de apreciar este séptimo arte es en la pantalla grande y con buen sonido, en un clima de concentración y de una intimidad de lo que quiere contar el director. Además de ser un súper panorama”.
A lo que recalcó que “las plataformas de streaming están comprando muchas películas terminadas y además están produciendo muchas otras, como que toda la industria va loca por vender a estos canales. Eso nos garantiza buenas producciones y trabajo para la industria, así que no lo mata, se podría decir que ayuda. El problema son las salas de exhibición que en todas partes del mundo están cerrando y creo que hay que protegerlas un poco y sobre todo en esta época de pandemia”.
Marisol García, jefa de prensa y comunicaciones de In-Edit, también experta en cine, cerró con una importante reflexión. “Tal como el streaming de música no mató a los discos, ni YouTube a la televisión. Una cosa son los espacios y formatos, y otra cosa son las obras mismas. Vivimos tiempos de nuevos caminos, vías, hábitos y exigencias para la industria y los realizadores. El gran mérito siempre es de quienes comprometen su tiempo y esfuerzo independiente por mantenernos nutridos con propuestas de investigación y arte”.