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Identifican la existencia de diez cementerios simbólicos en Biobío

Por: Ximena Valenzuela 01 de Noviembre 2022
Fotografía: Cementerio simbólico | Raphael Sierra

No tienen muertos, pero sí prendas y objetos preciados por los pescadores desaparecidos. Del total siete están emplazados en terrenos privados, uno cedido a Serviu en comodato y dos son de propiedad fiscal.

Si bien la experiencia de perder un  ser querido ya es trágica para las familias que la sufren, sin lugar a dudas, resulta aún más complicada y dolorosa  para quienes no cuentan con un cuerpo al que sepultar, al que en fechas como el Día de Todos los Santos, que se conmemora hoy, ni siquiera pueden ir a dejar una flor.

La situación antes descrita la viven cientos de familias de pescadores que se hicieron a la mar y que, generalmente, por las malas condiciones climáticas de invierno nunca retornaron a tierra firme.

En ese contexto nacen los cementerios simbólicos, práctica propia de la Región que tendría 300 años de antigüedad y que se relacionaría con los  Mapuche Lafkenche que habitaron en  la zona, en la que, según explicó el historiador Alejandro Mihovilovich, no existen tumbas con muertos, pero sí cuentan con prendas u objetos preciados del desaparecido, en las que muchas veces se levantan pequeñas edificaciones en su honor, que visitan para sentirse cerca de ellos.

Según el último catastro realizado por Bienes Nacionales a nivel regional hay 10 cementerios simbólicos: dos en Talcahuano (Las Cruces y  caleta Tumbes), cuatro en Arauco (Punta Laraquete, caleta Tubul, Punta Lavapié Este y Punta Lavapié Oeste, uno en Lebu y  dos en Lota (Punta El Faro y La Conchilla) y uno en Hualpén (caleta Chome).

El jefe local de la cartera, Genaro Donoso, destacó la importancia que tienen los  cementerios simbólicos para las familias, motivo que les llevó a realizar el catastro e interiorizarse más sobre la tradición que es propia de la Región. “Así después de identificarlos realizamos un estudio de propiedad de dominios, que determinó que siete de ellos están en terrenos privados”, dijo y agregó que el cementerio Las Cruces de Talcahuano está levantado en terrenos cedidos en comodato al Servicio de Vivienda y Urbanización, mientras que el de caleta Tumbes y uno en Punta Lavapié corresponde a propiedad fiscal.

La autoridad afirmó que como Bienes Nacionales apoyan proteger la tradición local y darle valor, no sólo al lugar sino también al rito, por lo que están abiertos a orientar a las familias en todas aquellas materias que estén al alcance de la cartera.

El único contacto

Marco Huenchunao, dirigente de los pescadores artesanales de Tubul,  aseveró que para el gremio los cementerios simbólicos son muy importantes, pues constituyen el único lugar donde quienes han perdido a sus seres queridos en el mar pueden sentirse más conectados con ellos. “Acá hay uno ubicado al frente de la playa Los Liles. Hay hartas tumbas simbólicas, va bastante gente, especialmente, en la fecha que desaparecieron, les prenden velas y les ponen flores, es la única forma de tener ese apego” y comentó que antes  de salir a la mar, la mayoría de los pescadores artesanales se encomiendan a Dios, tanto para tener una buena pesca como para volver con vida. “En ese cementerio hay muchos papás de mis amigos que desaparecieron hacen años y que todavía se recuerdan”, agregó.

Certificado de defunción

Con la muerte de los pescadores no sólo queda el dolor, dijo Huentenao, sino también problemas legales, pues las familias no pueden obtener un certificado de defunción, pues legalmente aparecen como desaparecidos. “Cuesta un triunfo realizar trámites porque legalmente existe la posibilidad que aparezcan con vida”.

Rosa Miranda, presidenta de la Agrupación de Viudas y Familiares de Pescadores Artesanales Desaparecidos en el Mar, dijo que algunos casos han pasado casi 40 años para que las personas obtengan el certificado de defunción ”porque al no haber cuerpo,  no hay difunto (…) en mi caso, después del terremoto necesitábamos el certificado para que mi mamá postulara a los beneficios del Estado, pero no había registro de la Chelita II, la lancha en la que mi papá, Ángel Miranda, y cinco tripulantes desaparecieron el 3 de julio de 1975.

Ahora la situación cambió y según dijo ya han conseguido 21 certificados de defunción. “Tras ir dos veces al Congreso, logramos que ahora exista en la Capitanía de Puerto un registro de la lancha, la hora que salió y sus tripulantes, lo que permite que si en seis meses no aparecen se entregue el certificado de defunción”.

Si bien la complejidad legal está disminuyendo, el amor por quienes partieron sigue intacto. Por ello, según comentó Rosa Miranda, visita continuamente la tumba de su padre en el cementerio simbólico Las Cruces, que funciona en los Lobos Viejos.

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