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Ciencia y Sociedad

Reino Fungi del Biobío: estudio apuesta por mejorar el monitoreo para promover la conservación

En la Región hay gran diversidad de hongos nativos, de alto valor ecológico y cultural, pero brechas de conocimiento pueden perjudicar su preservación.

Por: Natalia Quiero 17 de Octubre 2025
Fotografía: Facultad de Ciencias Ucsc

La Región del Biobío, gracias a sus características ambientales y naturales, es un espacio ideal para la vida del Reino Fungi. En la zona existe gran diversidad de hongos nativos, todos cumplen un rol ecológico clave en sus ambientes que habitan junto a lo flora y fauna, y muchos poseen valor alimentario, cultural y biotecnológico. Mientras, resisten a distintas amenazas ambientales.

Aunque esta vital biodiversidad está poco estudiada y hay abiertas preguntas relevantes para su comprensión y conservación. En ese contexto surge una investigación interdisciplinaria que usará avanzadas técnicas para mejorar el conocimiento y la observación de las especies fúngicas a nivel local.

“Caracterización espectral y clasificación geo-específica de hongos endémicos de la Región del Biobío mediante espectroscopía MIR-NIR y modelamiento quimiométrico” es el proyecto que dirige el doctor Guillermo Medina, académico de la Facultad de Ciencias de la Universidad Católica de la Santísima Concepción (Ucsc), y que considera la colaboración de investigadores de distintas universidades de la región y otros países.

Nuevas herramientas

Técnicas novedosas, no invasivas ni dañinas son el pilar para desarrollar este proyecto que considera tres años de estudios para generar nuevas evidencias y herramientas.

Medina resalta que principales objetivos son desarrollar una biblioteca espectral MIR-NIR y modelos quimiométricos basados en inteligencia artificial (IA) que permitan identificar y clasificar según especie y procedencia geográfica. “Esperamos generar modelos predictivos robustos capaces de diferenciar especies de hongos y sus entornos de origen desde sus huellas espectrales”, precisa.

Todo apunta al gran propósito de generar una innovadora herramienta no destructiva y eficiente para el monitoreo de la biodiversidad fúngica regional.

El empleo de espectrometría infrarroja cercana y media (MIR-NIR) para estudiar y registrar los hongos es base del éxito de esta propuesta, una técnica limpia y rápida. “La intención es reconocer patrones en las variables espectrales que discriminen y describan específicamente a cada especie. Cada una debiese tener un espectro infrarrojo distinto. La idea es identificar cuáles son esas variables y si además cambian según el lugar donde se recolectan”, explica.

Los espectros infrarrojos se relacionan directamente con la composición química de los hongos. De ahí que se proyecta que el estudio ayude a profundizar en los compuestos bioactivos presentes en estas especies, y también avanzar a modelos inteligentes para identificar y cuantificar estos componentes de forma fácil y rápida.

Desde allí se vislumbra el amplio potencial de impacto científico y social del trabajo.

El uso de técnicas como MIR/NIR, junto con algoritmos de quimiometría e IA, permitirá en un futuro identificar especies en terreno de forma rápida, precisa y sin dañarlas”, sostiene el investigador.

Además, los resultados se compilarán en una biblioteca digital de acceso abierto no sólo con valor académico, también busca contribuir a estrechar el vínculo entre la ciencia y sociedad, y a la gestión ambiental. En ese sentido, también se contempla la divulgación científica a escolares y comunidades rurales del Biobío mediante charlas, talleres y material audiovisual.

El proyecto

La investigación se desplegará en diversas etapas.

Primero se recolectarán especies endémicas en distintos ecosistemas del Biobío; luego se obtendrán firmas espectrales y los datos se procesarán y construirán modelos de clasificación y predicción usando distintos algoritmos; y finalmente se creará la base de datos espectral digital, geoetiquetada y de acceso abierto.

Los trabajos de muestreo se realizarán en zonas como Nonguén y la Cordillera de Nahuelbuta, y los primeros han sido con hongos estacionales de otoño como digüeñes, champiñon silvestre, changle y Boletus loyo, macrohongo que es uno de los principales intereses del estudio.

Facultad de Ciencias Ucsc

Investigación necesaria para Biobío

Esta investigación surge a partir de necesidades concretas de conocimiento y técnicas que pueden perjudicar la valoración y protección del Reino Fungi regional.

En la Región del Biobío existe gran diversidad de hongos nativos y endémicos, pero la mayoría está poco estudiada. Y faltan herramientas que permitan identificar las especies de forma rápida y no destructiva. Esto dificulta tanto su conservación como su aprovechamiento sustentable”, expone el investigador Guillermo Medina.

Y la preservación de esta biodiversidad es clave desde lo ecológico hasta lo social, también urgente.

En primer lugar, sostiene que “los hongos son pilares invisibles de los ecosistemas: regulan procesos esenciales como la descomposición de materia orgánica, la simbiosis y el equilibrio ecológico de los bosques”.

Además, está su valor cultural y alimentario en diversas comunidades, incluso ancestral para el pueblo Mapuche, muchos son característicos de los territorios y varios comestibles. Por eso su recolección también da ingreso económico en distintos sectores.

A ello se añade la composición y actividades biológicas de distintos hongos, muchas se traducen en propiedades y potencial bioactivo con aplicaciones para la biotecnología e industrias diversas como la alimentaria o farmacéutica.

Sin embargo, enfrentan riesgos crecientes por la deforestación, el cambio climático y la contaminación”, advierte. Con los años se pierden vastas cantidades de ecosistemas nativos en Chile por factores como cambio de uso de suelo e incendios forestales; y el país es uno de los 10 más vulnerables a los impactos de la crisis climática. La extracción irresponsable es otra amenaza.

Para el investigador un ejemplo emblemático en Biobío es el Boletus loyo, conocido como loyo que forma asociaciones con árboles nativos del género Nothofagus como roble o lenga. “Es un hongo comestible y de gran tamaño, por lo que es muy apetecido. Eso lo ha llevado a ser sobreexplotado, debido a los procedimientos de extracción. Además, es muy dependiente de ciertos tipos de suelos y bosques nativos, por lo que su reproducción es difícil”, expone.

Y pese a su trascendencia y vulnerabilidad, asegura, los hongos son uno de los grupos menos estudiados dentro de la biodiversidad. Ello genera “un gran vacío de información científica: se desconoce con precisión su identidad taxonómica, su distribución geográfica y su composición funcional”, precisa.

El proyecto apunta a comenzar a cerrar parte de esos vacíos, asegura, proveyendo conocimiento y herramientas de impacto para el bienestar de las biodiversidad fúngica, la naturaleza y comunidades, e incluso para abrir oportunidades a la ciencia, innovación y progreso local.

“Ampliar el conocimiento sobre los hongos es fundamental para entender mejor los ecosistemas, proteger la biodiversidad nativa y promover usos sustentables”, cierra.

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