Estudio con participación UdeC halló que 44 factores prevenibles se asocian a casi la mitad de decesos por tumores y el principal es fumar.
El cáncer ha tenido un alza vertiginosa y es de las principales causas de muerte; en Chile mata a cerca de 28 mil personas al año según el Departamento de Estadísticas e Información en Salud. Y gran causa son fenómenos que vive la sociedad actual e impactan la salud de forma tan irrefutable como evitable.
Un 42% de las muertes se vinculan a 44 factores de riesgo prevenibles, siendo el tabaco el más importante y letal asociado al desarrollo de tumores diversos como el de pulmón. También se destacan el tipo de dieta, la ingesta de alcohol, la obesidad y las exposiciones ambientales.
Es el hallazgo más relevante y alarmante de un reciente estudio sobre una de las peores amenazas a la salud pública, publicado en la prestigiosa revista The Lancet y que entre sus autores tiene al doctor Miquel Martorell, director del Centro de Vida Saludable y académico del Departamento de Nutrición y Dietética de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Concepción (UdeC).
Los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, definidos por la ONU para asegurar la prosperidad del planeta y la humanidad a 2030, abordan la grave crisis de la que es parte el cáncer: el 3 (Salud y Bienestar) en la meta 4 establece “reducir en un tercio la mortalidad prematura por enfermedades no transmisibles mediante la prevención y el tratamiento”.
Ante un reto mundial surgió el trabajo a cargo del Global Burden of Disease (GBD), consorcio de investigadores de todo el mundo del que Martorell es colaborador, que analizó tres décadas de datos internacionales para cuantificar la proporción de muertes atribuidas a factores modificables y pronosticar la trayectoria de la patología, develando certeras oportunidades de salvar vidas.
“El mensaje es claro: una proporción significativa de muertes por cáncer se puede prevenir, y reducir la exposición a riesgos evitables depende de elecciones individuales y colectivas y el compromiso de los sistemas de salud”, afirma el académico que estudia sobre prevención y control de afecciones crónicas mediante nutrición, estilos saludables y factores metabólicos.
El quehacer del GBD es cuantificar la carga de patologías, factores de riesgo y causas de muerte a nivel global, regional y nacional, integrando distintas fuentes y aplicando modelos estadísticos.
La investigación incluyó datos de 200 países sobre prevalencia y muertes por cáncer de 1990 a 2023, y proyectó hasta 2050, priorizando los con mayor evidencia de asociación a riesgos específicos como de pulmón, colon, mama e hígado, expone el investigador.
Según se evidenció, desde 1990 aumentaron el doble los casos, llegando a 18,5 millones de personas diagnosticadas y 10,4 millones fallecidas en el mundo en 2023.
Así el cáncer fue segunda causa de muerte, tras las patologías cardiovasculares. Y 57,9% de los diagnósticos y 55,8% de las muertes fueron en países de ingresos bajos a medios altos. En el crítico escenario se determinó que casi la mitad de las vidas pudieron salvarse al ser tumores relacionados a riesgos modificables, o sea, prevenibles.
Y se estimó que para 2025 crecerán 61% los casos, impulsado por envejecimiento poblacional y cambios demográficos.
Pero podría haber cambios favorables con acciones urgentes y contundentes.
Por eso el estudio es necesario para aportar a la salud pública: da evidencia para conocer la gran cantidad de muertes que podrían evitarse con oportunas decisiones e intervenciones, y orientar políticas y estrategias de prevención y control efectivas, asegura el académico.
En este sentido, precisa que “a nivel global se recomienda reducir tabaco y alcohol, vacunar contra hepatitis B y virus del papiloma humano, tratar la hepatitis C, frenar la obesidad y fortalecer tratamientos oncológicos con trayectoria comprobada”.
Los resultados del estudio internacional con aporte local han llegado para profundizar y robustecer las evidencias generadas a través de los años para consolidar las certezas sobre un fenómeno crítico, gran causa de problemáticas de salud y clave como solución: “los estilos de vida son determinantes clave”, asevera Miquel Martorell, director del Centro de Vida Saludable UdeC.
Para bien y mal los estilos de vida, mediados por las propias decisiones y conductas y también influidos por los contextos socioculturales e incluso laborales, impactan en el estado de salud integral, física y mental, y en la calidad y expectativa de vida. Depende los patrones se suman factores que generan riesgos o protegen de afecciones que pueden ser letales como el cáncer.
A la luz de las contundentes evidencias sobre el riesgo y muerte por cáncer, Martorell enfatiza que para las principales conductas de autocuidado son evitar fumar cigarrillos (también electrónicos o vapeadores), seguir una alimentación saludable, realizar actividad física de forma regular, mantener un peso adecuado a las características individuales y moderar la ingesta de alcohol.
Las orientaciones generales de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y especialistas es que las personas adultas sanas realicen un mínimo de 150 minutos a la semana de actividad física para obtener los máximos efectos y beneficios. Aunque realizar menos es mejor nada, siendo aconsejable y posible sumar minutos desde acciones cotidianas como desplazarse.
En los hábitos alimentarios se destacan preferir alimentos de origen natural y comidas caseras, consumir 5 porciones diarias de frutas y verduras, incluir semanalmente pescados y legumbres, y beber agua para hidratar, respetando cantidad y horarios regulares. Y se deben limitar los productos ultraprocesados y ricos en nutrientes críticos como azúcar, sodio, grasas y calorías.
Y, aunque nunca es tarde para cambiar los estilos de vida y siempre las mejoras reportarán beneficios, mientras antes se sigan hábitos saludables resulta más fuerte la protección de la salud y mayores las oportunidades de prevenir enfermedades, o retrasarlas el máximo tiempo posible.
Para ello se requieren tanto consciencia y responsabilidad familiar y personal, como acciones del sistema de salud y Estado.
“Las recomendaciones son claras: hay que promover hábitos preventivos desde la infancia, políticas públicas que faciliten opciones saludables y campañas de educación que sensibilicen sobre la prevención del cáncer a través del control de factores de riesgo modificables”, manifiesta el académico.
Desde su notable contribución en beneficio de la salud pública global y también nacional, los hallazgos del estudio del GBD abren la necesidad y el reto de investigar para contextualizar la realidad a Chile y Biobío.
El doctor Miquel Martorell enfatiza que generar evidencias que sean locales permitirá identificar a los cánceres y factores de riesgo más prevalentes e importantes para nuestra población, y así planificar estrategias de prevención que sean más pertinentes y efectivas.
En su opinión son varias las preguntas clave a responder en nuestro contexto, entre las que releva “¿cuáles son los hábitos de riesgo más comunes?, ¿qué barreras existen para modificarlos?, ¿cómo priorizar recursos para maximizar prevención y acceso equitativo a la atención?”.
Al respecto, plantea que hay retos científicos y sociales para avanzar en la lucha contra el cáncer a nivel regional y nacional con base a evidencia y conocimientos sólidos.
Desde la ciencia advierte que hay una falta de datos locales actualizados sobre hábitos y exposición a factores de riesgo como son dieta, tabaco, alcohol, sedentarismo, obesidad y contaminantes ambientales. Además, se necesitan estudios longitudinales para evaluar la efectividad de las intervenciones implementadas.
“Socialmente existen brechas en educación, desigualdad en acceso a prevención y tratamiento, y hábitos de vida poco saludables que aumentan la exposición a estos riesgos”, sostiene. En este sentido es clave reconocer que los contextos socioculturales y laborales pueden determinar y aumentar los riesgos.
Para abordar estos desafíos “se requieren intervenciones sostenidas, multisectoriales y culturalmente adaptadas, combinando políticas públicas, educación, urbanismo saludable y colaboración comunitaria”, afirma el especialista.
En ese horizonte, además de estudios puntuales que llevan adelante investigadores como él en la UdeC y otras instituciones, destaca que “iniciativas como City Cancer Challenge en Concepción, que articula esfuerzos intersectoriales y académicos para mejorar la atención oncológica, muestran la importancia de generar datos locales”.