Ciencia y Sociedad

Articulación y conocer el ecosistema: el foco del primer año de la Seremi de Ciencia

Instalar la institucionalidad en la macrozona Centro Sur, a cargo de Paulina Assmann, se ha dado entre crisis y con el reto del bajo presupuesto latente, pero destaca que se ha avanzado en construir la base del trabajo a futuro.

Por: Natalia Quiero 05 de Noviembre 2020
Fotografía: Carolina Echagüe

Con 0,4% del PIB invertido en ciencia, Chile está lejos del promedio de la Ocde: 2,4%. Una de las razones que impulsó que, en 2017, se convocara la “Marcha por la Ciencia”, reuniendo a una ciudadanía, a miles de investigadores de todas las áreas del conocimiento, manifestando la necesidad de aumentar el financiamiento y mejorar las condiciones en las que se desarrolla el trabajo científico. Así, se resaltó lo clave de contar con una institucionalidad para avanzar en ese y otros retos en el país.

En 2018 la manifestación se replicó, en un contexto en que se discutía la creación de una cartera para ese ámbito, para materializar una demanda propia para la doctora Paulina Assmann, astrofísica de la Universidad de Concepción, entonces, académica y subdirectora de Relaciones Internacionales de la casa de estudios. Por ello, la científica que siendo universitaria se codeó con Stephen Hawking, no dudó en ser artífice del cambio que esperaba y aceptó unirse al naciente Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, asumiendo como la primera secretaria regional ministerial (seremi) para la Macrozona Centro Sur el 5 de noviembre de 2019.

El territorio abarca desde las regiones de O’Higgins a la del Biobío y su base está en el Gran Concepción, su cuna y la de su alma mater. A un año de asumir un reto que reconoce llegó sin esperarlo y es grande, por ser una nueva cartera y el trabajo en el sector público algo nuevo en su vasta experiencia como una científica que no estuvo ajena a las posibilidades que le brindaron las políticas en materia de ciencia de distintos gobiernos, pero sobre todo por su trascendencia, lo lleva con orgullo y responsabilidad “porque participar de la construcción de la nueva institucionalidad me importa. Me importa trabajar en la Astrofísica, pero también el desarrollo de la ciencia y tecnología en y para mi país”, sostiene.

Motor de progreso

La convicción de Assmann, que cultivó su vocación científica desde el colegio, por ejemplo, participando en el Primer Congreso Regional Escolar Explora hacia fines de los ‘90, es que el trabajo del ecosistema de ciencia, tecnología, conocimiento e innovación (Ctci) impacta en el bienestar de sociedad y es motor del progreso, agentes para lograr el desarrollo sostenible integral para el país. Es el espíritu de la primera Política Nacional de Ctci, que se oficializó la semana pasada, pero sobre todo lo que deben valorar todos y para ello lo primordial es que “la ciencia sea parte de las discusiones de la agenda pública desde una institucionalidad que la represente”, enfatiza. Así se puede considerar en la toma de decisiones y diseño de políticas públicas para los diversos ámbitos que interesan y se representan a través de Ministerios, desde medioambiente a minería y también economía. “Porque no se puede avanzar sin ésta”, asevera.

El desafío del financiamiento está latente, porque el presupuesto para Ctci, se vio afectado al encauzarse los aportes en paliar efectos de la crisis sanitaria de la Covid-19, en un escenario que ha evidenciado más que nunca el papel del ecosistema para buscar soluciones que tributen en la calidad de vida de la población. De ahí que Assmann es optimista, si bien reconoce las complejidades y que el trabajo para lograr cambios es de largo aliento, porque están recién empezando, hay oportunidades de mejora y la misión es construir una base sólida desde la que se pueda avanzar en el futuro y todos los puentes dentro del ecosistema Ctci y con los sectores en que debe estar representado fuertemente. La materia prima, el mejor cemento, “es la articulación”, manifiesta y “ser un buen ente articulador” menciona como el foco de su trabajo y sello que quiere dejar.

“El progreso es posible porque hay científicos trabajando detrás”

La trayectoria del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación se ha dado entre crisis, desde el estallido social del 18 de octubre de 2019 hasta la emergencia sanitaria de la Covid-19. Las situaciones determinaron modificaciones en los planes de todos y aparecieron nuevas urgencias, pero no han cambiado el trabajo para instalar la nueva institucionalidad desde la Seremi, con importante objetivo en la descentralización.

“Conocer al ecosistema local, saber quién hace ciencia y qué tenemos, para identificar nuestras singularidades, logros, oportunidades y brechas” es lo que Paulina Assmann define como punto de partida, pues ha permitido delinear las acciones en los territorios. Ni potencialidades ni retos son los mismos en la zona norte que en la sur e, incluso, difieren entre regiones.

Academia y articulación

Entre todas las dificultades del contexto, un hito fue conformar el primer Consejo Asesor de la Seremi, compuesto por vicerrectores o directivos de las áreas de investigación y desarrollo de todas las universidades de la macrozona, “porque la ciencia en Chile, primordialmente, se hace en las universidades”, asevera. Ello ha permitido conocer las realidades, fortalezas y problemas desde la experiencia de sus protagonistas, para pensar en soluciones apropiadas al servicio de “la ciencia, que es un bien público”, apunta. Los avances que propicia el trabajo en las distintas áreas del saber son de beneficio y desarrollo para todos.

De ahí que la articulación de la academia y el ecosistema Ctci con los sectores público y privado sea trascendental, para que más actores se involucren y esto contribuya a que cada vez más se valore el papel de la ciencia en todo ámbito e ir superando el reto país que es la falta de recursos, con más empresas aportando en proyectos de investigación y transferencia tecnológica, o incluyendo en sus filas a científicos, por ejemplo.

Para Assmann, la articulación entre academia, sector público y/o privado es un círculo virtuoso, y para argumentar no debe ir lejos. Un ejemplo de virtuosidad, asegura, “se ve en el concurso ‘Un respiro para Chile’, impulsado por los Ministerios de Ciencia y Economía, en alianza con la Sofofa, el Banco interamericano y Socialab, para financiar la fabricación de ventiladores mecánicos en Chile y el proyecto en el que trabajó la UdeC junto Asmar, uno de los 5 financiados, se hizo en el menor tiempo”. Además, científicos de la UdeC junto a las Seremi de Ciencia y Salud, las Fuerzas Armadas y la Intendencia de Ñuble, han llevado adelante una toma de muestra de aguas servidas en esa región para estudiar la detección de Covid-19 en dicha matriz y los exitosos resultados del proyecto piloto fueron recientemente publicados.

Desde su perspectiva, es claro que “el progreso es posible porque hay científicos, investigadores, expertos, trabajando detrás”; capital humano avanzado existe y se requiere apoyo para poder usar todo el conocimiento y capacidades “en beneficio del bienestar de las personas, dando respuesta a necesidades reales de los chilenos”, sostiene.

Retos y oportunidades locales

Así se detiene en que junto con la Covid-19 hoy, el gran reto de la macrozona centro sur en el que han estado trabajando es el cambio climático, con manifestación en una “mega sequía” y crisis hídrica que, en ciertas localidades, disminuye la disponibilidad de agua para desarrollar las actividades silvoagropecuarias que sustentan las economías locales y para consumo humano. “Sin agua no se puede plantar y sin eso no se cultiva un producto para vender, no se puede trabajar y no hay ingreso económico. Ante esto, la ciencia tiene muchísimo que aportar para generar soluciones”, enfatiza.

Justamente, desde hace años hay investigadores trabajando en torno a estos fenómenos, además de distintas iniciativas públicas y privadas, por lo que la clave para tener mejores resultados está en la articulación de todos esos actores. En este sentido, Assmann adelanta que el Ministerio está trabajando en el Data Observatory, que incluye un observatorio de cambio climático y que se basa en el concepto de ciencia abierta, es decir, datos públicos y al servicio de todos, ya sea para informarse como ciudadano o para tomar decisiones como autoridad.

Desde allí, con orgullo resalta el potencial de la Región del Biobío, donde hay 15 universidades y es la que tiene mayor número de académicos con grado de doctor, para aportar en esa y en múltiples otras temáticas, y las muchas opciones de articulación. La Región es “un polo de desarrollo científico y tecnológico, hay muchos investigadores haciendo estudios en las más diversas áreas y entregando soluciones no sólo útiles para nuestro territorio, si no que dan valor agregado a mineras en el norte, por ejemplo. También hay mucho potencial de establecer empresas de base científico-tecnológica y muchas posibilidades para vincular el ecosistema de Ctci con el mundo público y privado para el progreso. Y las más grandes oportunidades de desarrollo local las veo en los sectores manufacturero, agroalimentario y forestal, que están en el corazón de la economía de Chile”, concluye.

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