MARCELA MORA
Jefa de Carrera Psicología UCSC
Sin duda la felicidad es aquel estado al que todo ser humano anhela llegar y no abandonar jamás. Representa lo más bello, placentero y bueno de la existencia. Es por este motivo que desde 2013, las Naciones Unidas celebran el 20 de marzo como el Día Internacional de la Felicidad.
Muchos pasan gran parte sus días pensando en cómo llegar a este “estado” y mantenerse ahí. En este sentido, es importante ser conscientes de que la concepción de lo que implica el “ser feliz” es una conjugación de innumerables factores, tanto internos como externos. El primero de ellos corresponde a los discursos transmitidos por la familia de origen en relación a este concepto, ya que dichas ideas serán la base para la construcción de las propias creencias.
En algunos casos se le otorga al esfuerzo y la perseverancia la facultad de conducir la vida de una persona a tan deseado estado. También se puede atribuir la felicidad al azar o al destino, siendo incluso asociada en ocasiones a los logros y/o bienes materiales que se poseen. Sin embargo, cuando se logra tomar conciencia de que la felicidad no es solamente producto de estos estos factores, muchas personas abandonan su deseo por alcanzarla, sintiendo en muchos casos frustración, insatisfacción y sufrimiento.
La etapa del desarrollo por la que la persona atraviesa también es un factor relevante para darle un significado a lo que es la felicidad. Por ejemplo, en la infancia se asocia el ser feliz a momentos de juegos, alegrías y recompensas. Posteriormente, en la adolescencia, se vincula al sentido de pertenencia a un grupo y a la búsqueda del placer inmediato.
A medida que nos transformamos en adultos y nos desarrollamos en distintas áreas, vamos incorporando la noción de que es importante la aceptación de las circunstancias en las que nos ha tocado crecer, el no juzgar nuestras conductas pasadas y ser más compasivos con nosotros mismos. Lo anterior, contribuye a desarrollar la calma interna tan necesaria para sentirnos satisfechos con nuestra vida, siendo este estado tal vez, aún más valioso que la tan anhelada felicidad.
En la actualidad, los medios de comunicación y las redes sociales cumplen un rol muy relevante en la imagen que vamos construyendo acerca de lo que significa “ser feliz”. El exponernos constantemente a observar vidas de otros, donde sólo se presentan aspectos con alta deseabilidad social, hace que nos comparemos y, en ocasiones, nos sintamos carentes de esos estados e incapaces de lograrlos.
Por todo lo anterior, es que no existe un concepto universal aplicable a todas nuestras historias de vida de lo que significa ser feliz. Cada ser humano puede darle sentido al concepto de felicidad según sus propios anhelos, necesidades y visión de mundo. Lo importante es que en algún momento podamos tener claridad acerca de lo anterior, definir nuestro propósito de vida y comprender cuáles son las cosas que nos llevan a un estado de tranquilidad y satisfacción.