Señora Directora:
La prestigiosa revista The Lancet publicó hace algunos días un informe que encendió las alarmas de la comunidad científica y académica, al evidenciar el impacto del calentamiento global en la salud mundial. En efecto, el aumento sostenido de las temperaturas en todo el orbe y la alteración de los patrones de lluvia están amenazando el rendimiento de cultivos básicos y la seguridad alimentaria e hídrica, requisitos esenciales para una buena salud. Además, los cambios ambientales generan las condiciones idóneas para la transmisión de muchos patógenos a través del agua, el aire y los alimentos, mientras que el dengue, zika, chikungunya, chagas y cólera aumentan su potencial epidémico, complicando los esfuerzos desplegados para el control y erradicación enfermedades infecciosas.
Lamentablemente, aun enfrentados a la constatación abrumadora de los impactos del cambio climático en la salud global, los gobiernos del mundo no están dando una respuesta oportuna y efectiva al fenómeno ambiental y sus crecientes riesgos sanitarios, que podrían revertir años de progreso en materia de salud pública y desarrollo sostenible, amenazando particularmente a las poblaciones más vulnerables. Por ello, los Estados deben reconocer los riesgos del cambio climático y tomar las acciones inmediatas, decididas y responsables que permitan mitigar sus efectos, asegurando la vida y salud de generaciones presentes y futuras.
Tal como el Covid-19, el cambio climático no distingue fronteras ni nacionalidades. Hoy, los gobiernos y liderazgos del mundo (internacionales, nacionales y locales) tienen la última oportunidad de impulsar sin dilación las regulaciones y acciones necesarias para asegurar un futuro con mejor salud, reducción de las inequidades, sostenibilidad económica y sustentabilidad ambiental. Que no se haga demasiado tarde.
Ernesto San Martín Zúñiga
Director de Postgrados en Medicina, USS