Señora Directora: Desde la instalación de la Convención Constitucional hemos comenzado a escribir una nueva página en la historia de nuestro país, una etapa cargada de simbolismo que podrá conducirnos a tener una nueva Constitución Política de la República, cuyo texto legítimo -redactado por 155 personas elegidas de forma democrática- guiará las bases institucionales de nuestro país por varias décadas.
A pesar de lo anterior, la Convención ha sido objeto de críticas que apuntan a una supuesta lentitud en el proceso, llegando a algunos a dudar de haber votado “apruebo” en octubre, es aquí donde me pregunto: ¿Qué podemos esperar de una nación que nunca ha tenido un texto constitucional legítimo ni ha diseñado un texto constitucional por voluntad popular? ¿Que a la semana de funcionamiento del órgano redactor ya esté todo en marcha?
La historia es clara al mostrarnos que nuestro país jamás ha tenido una Constitución Política originada en la voluntad del soberano, pues todos los textos han sido idea dos entre cuatro paredes por grupos privilegiados, partiendo por la aristocracia y terminando con la Comisión Ortúzar. Mi llamado es a ser pacientes, a dar el tiempo necesario para que la Convención Constitucional diseñe un reglamento, se organice y comience a trabajar en las normas constitucionales, libre de presiones e insultos.
“La paciencia es amarga pero sus frutos son dulces” dijo Jean Jacques Rousseau hace algún tiempo atrás, sin embargo ahora la frase cobra más sentido que nunca.
Sebastián Alvarado Montes
Estudiante de Derecho Universidad de Concepción