Señora Directora:
Como es una costumbre, fin de año, es la hora de hacer balances, qué hice, qué no hice, qué me quedó pendiente, equivocaciones, aciertos, arrepentimientos, etcétera. Con toda seguridad, este año que se va, el 2020, fue uno marcado, de principio a fin, por la aparición y la llegada (y ojalá, no para quedarse), del coronavirus y sus mutaciones, lo que hizo cotidianas palabras como cuarentena, virus mortal, muertes, contagios incontrolables, vacunas, mascarillas.
La aparición del citado virus, con todas las desgracias que trae consigo, que por momentos se torna inmanejable, nos hizo pensar de lo vulnerables que somos, porque con todo el avance tecnológico que tiene hoy la humanidad, llegamos y fuimos a la luna,
Marte es la siguiente parada, y esto recién está comenzando, pero ocurre que un virus, que solo puede ser visto a través de potentes microscopios electrónicos, de un rato para otro, nos puso de cabeza a todos. Y demuestra que seguimos, a pesar de todo nuestros conocimientos científicos, siendo muy vulnerables ante las sorpresas que nos tiene reservada la madre naturaleza.
De seguro muchos buscarán la palabra más usada del año que se va, candidatas hay muchas, ya mencioné algunas, todas relacionadas con el virus, pero yo creo que aunque no se dijo, o no se escribió en demasía, pero siempre estuvo en nosotros muy presente, es la palabra libertad, la libertad que perdimos, de movernos sin restricciones, de abrazarnos, de estrechar las manos, de tantas cosas, es una gran verdad, pero solo cuando nos limitan la libertad, la comenzamos a extrañar, porque siempre la consideramos tan natural como el aire que respiramos.
Muchos al despedir el año 2020, lo llaman “El año que estuvimos en peligro”, como aquella película de los años 80, pero en rigor deberían llamarlo “El año que comenzó el peligro”, porque al igual que las producciones de Hollywood, con toda seguridad y los hechos así lo confirman, tendremos varias secuelas, al menos por los próximos años y con el mismo protagonista y sus descendencias…
“Y fue cuando estaba cayendo, que abrí mis alas y aprendí a volar” Richard Bach (1936) escritor estadounidense, autor de la novela “Juan Salvador Gaviota”.
Luis Enrique Soler Milla