Señora Directora:
Con preocupación hemos visto durante estos últimos días la instauración de una suerte de “democracia del terror”, dinámica comandada por la incapacidad política y de nula gobernabilidad de Sebastián Piñera. De hecho, su nefasta postura de combatir la crisis social con violencia ha redundado, a lo menos indirectamente, en violaciones a los derechos humanos confirmadas recientemente por organismos internacionales.
En esta línea, para muchos entendidos, la actual situación es el término de la transición como etapa histórica. Para otros, es la finalización de la transición política y el comienzo de la social, en tanto reivindicaciones de los derechos básicos. No obstante, en lo que a mí respecta estamos en la parte final de la post dictadura, la cual, según el devenir de los hechos, puede dar paso a la verdadera transición transversal, fundamentada en una nueva Constitución.
Sin embargo, y he aquí el problema, la política de reacción gubernamental basada en su particular interpretación del estallido social, sumado al descrédito de la ex Nueva Mayoría y a la incapacidad departe de la nueva oposición para unirse y ponerse al servicio de un objetivo superior, puede dar como resultado el ascenso de caudillos populistas. La última encuesta Criteria, donde Franco Parisi y J. A. Kast irrumpen liderando las preferencias presidenciales, debe ser tomada como un síntoma.
Según lo expuesto, insisto en definir este tránsito histórico como el comienzo de la verdadera transición donde, en un ejercicio de diálogo cívico, las partes en conflicto deben prescindir del imponer como lógica irreductible. Es necesario el giro de tuerca que nos permita estar a la altura de las circunstancias; de lo contrario, quedaremos a merced de las consecuencias futuras.
Fernando Fernández Ulloa