Carta al director

Rodeo, ¿un deporte?

Por: Diario Concepción 21 de Septiembre 2019

Señora Directora:

Al leer la declaración de la Ministra del Deporte, Pauline Kantor, en la que “descarta que el rodeo deje ser considerado deporte” (sic), trae a la mesa la eterna discusión, qué puede ser considerado deporte y que no.

Lo primero que debería tomarse en cuenta para llegar a una conclusión categórica es que quienes van a participar directamente en el supuesto deporte, no quienes lo verán cómodamente sentados en vivo y en directo o desde sus casas por TV. Es decir, quienes con su práctica se van a entretener a más no poder, tal vez por la competencia misma, por ejemplo de quién va a ganar, o por sólo participar y pasar un muy buen rato a su plena satisfacción y claro cumpliendo a toda cabalidad las reglas que han sido aprobadas para su correcto desarrollo y así evitar malas prácticas y daños a sus participantes.

Un punto importante sería la libre decisión, sin ninguna presión de ningún tipo sobre uno o todos los participantes. Dicho en otras palabras, y pido disculpas por la insistencia, cada participante debería decir “estoy aquí porque yo quiero practicar este deporte”, y sí a lo anterior le agregamos que el público en general disfruta de la competencia avivando a los participantes para que uno o varios de ellos gane el desafío, digamos que estamos frente a un deporte. En el caso del rodeo está muy claro que dos de sus principales participantes, caballos y novillos, no tienen opción de elegir. Para graficar mejor, tenemos el caso del boxeo, que desde hace un buen tiempo existen opiniones de médicos expertos que no es un deporte y que debería ser suspendida su práctica. Sin embargo, en vez de reducirse la cantidad de peleas, han surgido nuevas disciplinas, en la misma línea, en la que los peleadores se dan con todo y sin chistar, es decir todo vale.

En el caso del boxeo, ambos boxeadores o los que participan decidieron libremente, además firmaron suculentos contratos. Nadie los llevó engañados para ser demolidos a golpes, mientras que en el caso del rodeo, caballos y novillos, no tuvieron la misma oportunidad. Esto lo convierte en una verdadera tortura para caballos y novillos, que no tiene nada que ver con lo que se puede llamar deporte y por último, los mismos que avalan el rodeo, deberían pensar en lo patético que resulta que en pleno siglo XXI, próximos a colonizar Marte, aún tengamos entre nosotros a personas que gozan a más no poder a costa del sufrimiento de otros seres.

Luis Enrique Soler Milla

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