Carta al director

Diversidad, grandeza y Teletón

Por: Diario Concepción 25 de Noviembre 2018

Señor Director:

Hace 40 años surgió una actividad que cambiaría para siempre la visión de los niños discapacitados del país. La Teletón representa un nuevo paradigma en la manera de concebir y tratar a un grupo humano que aparecía olvidado. Hizo visible a niñas y niños lisiados, a los cuales en el mejor de los casos se les tenía conmiseración, que es una de las peores maneras de irrespetar la dignidad humana esencial.

¿Estaban conscientes los protagonistas de la cruzada de origen, lo que estaba en marcha? ¿Es verdad que los contextos en que se vive agudizan la creación y las ideas? El año 1947 se había creado la Sociedad Pro Ayuda del Niño Lisiado en respuesta a las devastadoras consecuencias que provocaba la poliomielitis. El año 1978 “Don Francisco” fue invitado a la Sociedad y fue tal el impacto que presenció por la realidad en que vivían los niños con discapacidad,  que se comprometió a ir de alguna manera en ayuda solidaria de la institución. Y aunque ya existía la experiencia en Norteamérica, crea ese mismo año, la Teletón. Y a la iniciativa se sumaron los medios de comunicación, empresas diversas y de modo entusiasta las personas comunes y corrientes. Partió con la donación de 90 pesos que realizó una niña y culminó en casi 3 millones de dólares, logrando largamente la meta perseguida.

Esta reflexión apunta a mostrar cómo a partir del año 78  se ha ido asentando en las personas, instituciones, mundo académico, centros científicos y en el aparato estatal, una manera distinta de tratar a niñas y niños con discapacidad.  Comenzaron a derribarse muchos mitos. La ética y la moral fueron remecidas en sus cimientos, configurándose una mirada sobre los niños a la altura de su dignidad y de su grandeza. Se ha ido más allá de la limosna y de la caridad y se ha llenado de esperanza y futuro la vida de cientos de niños con sus familias. ¿Miel sobre hojuelas? Una obra de esta envergadura tiene múltiples desafíos, imperfecciones y no pocos detractores. Es una labor humana, por tanto, sujeta a errores. ¿Muchas personas se benefician espuriamente? ¿Los medios empleados son todos legítimos?

El camino que se ha recorrido poco a poco ha ido adquiriendo una finura moral que no era tan nítida en sus comienzos y de seguro seguirá avanzando sobre todo en el respeto irrestricto a los niños. La Teletón produce un ánimo de grandeza en el espíritu nacional sólo comparable al de Navidad. Y se adelantó décadas a lo que denomino la ética colaborativa para construir la sociedad.

Uno de los grandes aportes de la Teletón a la cultura de convivencia humana digna, es que le dio un golpe mortal al prejuicio respecto a las niñas y niños con alguna “discapacidad”. Y visibilizó un mundo desconocido.

Benjamín, un niño con síndrome de Down, pobló de alegría nuestra  infancia  veraniega. Lo “secuestrábamos” de su casa para ir a jugar fútbol y él con las mejillas arreboladas de emoción celebraba los goles tanto los de su arco como los que hacíamos al rival. Su padre indignado lo iba a buscar y nos ofrecía las penas del infierno; más tarde su madre sonriente nos llenaba de abrazos. Hace unos días, en Coronel, dejó este mundo, Esteban Eduardo Rivas, el tío amado de dos jóvenes colegas. Su diversidad de plenitud humana fue desplegada durante 53 años y se alojó en el espíritu de su sobrina y su sobrino. El dolor que ocasiona su pérdida se acrisola en sus corazones pues llevarán su luz por dondequiera que vayan.

Salvador Lanas Hidalgo
Director académico de Escuela de Liderazgo Univ. San Sebastián

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