Señor Director:
A raíz de la reciente baja en la aprobación presidencial bien vale hacer un alto, un énfasis, en la relación entre la ciudadanía y las expectativas. Porque para nadie es un misterio que el segundo gobierno de Michelle Bachelet fue, por donde se mire, un desastre. Esto, en términos electorales, se vio reflejado en la confianza depositada en el presidente Piñera quien obtuvo una votación histórica.
Dicho eso, a sólo meses de asumido el nuevo equipo de gobierno, es natural que las chilenas y chilenos quieran soluciones prontas y rápidas luego de cuatro años en los que el país, en su conjunto, lo pasó muy mal. Sin embargo, y por más que el mandatario y su gabinete quieran, no se puede arreglar en meses los problemas heredados por años. No obstante, y a pesar de esta leve baja, la ciudadanía mantiene la confianza no sólo en el Presidente sino también en su gobierno de que harán las cosas bien y cumplirán la promesa de los tiempos mejores.
Pero, que duda cabe, será también rol de éstos priorizar las urgencias, disponer de una planeación flexible para hacer frente a las coyunturas que necesariamente cambian los escenarios y ser capaces de mantener las confianzas en alto en una tarea, que duda cabe, implica necesariamente el involucramiento activo por parte de los partidos políticos y líderes del oficialismo.
Rodrigo Durán Guzmán