Casi dos décadas han pasado desde que en 1999 se instaurara en nuestro país el Día del Patrimonio Cultural, celebración que con el tiempo ha movilizado a miles de ciudadanos a lo largo de Chile y que se ha transformado en un hito social que las familias han vivenciado visitando museos, plazas, parques, teatros y otros espacios significativos de sus experiencias cotidianas y de sus propias historias.
Cada año la celebración congrega a más asistentes y permite que esta fiesta refuerce nuestros vínculos de identidad y ciudadanía a través del (re) encuentro con nuestra propia historia y nuestras propias costumbres. Han sido años de aprendizaje y de valoración del patrimonio en que los chilenos y chilenas nos hemos apropiado y hemos (re) valorizado nuestro propio patrimonio cultural.
Sin embargo, como todo concepto dinámico, el patrimonio cultural va cambiando. La percepción subjetiva del entorno pone en valor nuevas temáticas y espacios, y los movimientos migratorios hacia Chile suponen un paulatino cambio en la composición social y cultural de nuestro territorio. Es en este dinamismo en que el patrimonio cultural puede transformarse en una herramienta importante de inclusión social de los migrantes en Chile, en tanto les permita comprender mejor los rasgos de la cultura chilena y el modo en que estas características se expresan.
Es también una oportunidad para que los chilenos comprendamos mejor a los migrantes actuales, quienes con sus experiencias ya han comenzado a ser parte de la historia reciente de nuestro país, pudiendo encontrar en los eventos y manifestaciones artísticas y culturales un espacio de expresión que nos permita a los chilenos comprender mejor su cultura y reconocerlos en su dimensión humana.
El patrimonio cultural no sólo fortalece nuestra identidad, también permite mostrar nuestra cultura hacia el otro diferente y abrir la puerta de entrada a nuestro mundo simbólico. Es también una herramienta por la que los extranjeros puedan dar cuenta, a la vez, de su propia historia, tanto en la interacción que logran con la población local, como en el recuerdo y comunicación de los orígenes que muchas veces expresan al contemplar una cultura distinta, transformando al Día del Patrimonio de esta forma en una oportunidad particular de inclusión social, de reconocimiento y de valoración de la diversidad cultural presente en la sociedad chilena actual.
Andrés Bianchetti Saavedra
Antropólogo y académico de Terapia Ocupacional
Universidad San Sebastián