Señor director:
Más de 200 partidos en un club dicen mucho. Sobre todo, en un época donde los clubes chicos de regiones no pueden mantener durante mucho tiempo a sus mejores jugadores.
¿Cuánto duró Solteldo? ¿Cuánto pudimos disfrutar al venezolano Otero? Prácticamente, nada. Se los llevan rápido a Colo Colo, la U o parten al extranjero. Vienen a un club que solo les servirá de vitrina, pero no a echar raíces. Por eso cuesta tener ídolos asociados a una camiseta y sentirlos realmente nuestros. Ya no tenemos un Chino Millar o un Héctor Mancilla, que eran de acero puro y uno sacaba pecho cuando los veía en la selección chilena o haciendo patria allá en México. Hoy llegan y se van.
Y dentro de los que han llegado en el último tiempo, Omar Merlo es de los que siempre estuvo. Cuando llegó como figura, en el momento del penal contra Unión Española y cuando tuvo que recuperarse de su lamentable lesión quedándose abajo de la Copa Libertadores. No creo que sea el mejor defensa que pasó por Huachipato, aunque cumplió siempre. Pero Merlo sintió la camiseta y fue nuestro. Por todo eso, gracias capitán. Por no usar al club, sino que sentirlo.
Javier Méndez Roa