Señor Director:
Se acerca el 24 de diciembre y la ciudad se torna de colores y canciones que nos acercan a la época del año más esperada, la navidad. Los niños, entusiasmados, escriben cartas pidiendo por el juguete de moda o alguna consola de videojuegos. Los adultos, por otro lado, se envuelven en un ánimo por intentar realzar sus compras a tiempo. Pero seamos realistas: jamás se podrá comprar con anticipación. Son varios los impedimentos para adquirir lo necesario antes de cumplida la fecha, por lo que el centro de la ciudad se vuelve un caos tal como si fuera el fin del mundo.
El malhumor ronda en el día a día y a eso debemos sumarle las altas temperaturas que sólo parecen causar molestia en quienes terminan comprando por obligación. Y ese es otro tema. La gran incógnita de esta fecha es el ¿qué regalo? Todos se sumergen en las posibles ideas que al final, terminan siendo los mismos regalos, calcetines y chocolates.
Impresiona la actitud de la mayoría de las personas en las grandes tiendas, endeudándose o esperando hasta el último momento para los descuentos y el rebusque, para que al final los niños queden desconformes porque el regalo no eran lo que esperaban y nunca acertemos el color o la talla de una prenda. Toda la magia que este día posee se ve disminuida por todas las preocupaciones y malos ratos que causa.
Diana Aros