Armonizar las políticas de crecimiento económico, equidad social e igualdad de género aparece como un desafío impostergable que debe responder a las demandas por un nuevo Chile inclusivo, solidario y feminista.
La incapacidad de hacer un mea culpa “en serio” no es prerrogativa del Gobierno, más bien es una característica de gran parte de las instituciones políticas.